¿Las emociones van a su aire? Hay quien opina que no se pueden controlar. Un ataque de ira, para algunos es incontrolable, para otros es una emoción básica que se genera ante alguna situación externa pero que un poco de cuidado, se puede controlar. Lo mismo puede ocurrir con la alegría, hay quien exagera su emoción con grandes voces y risotadas. Por eso la pregunta es pertinente ¿filtramos lo que nos ocurre o no podemos controlar? ¿Sentimos lo que pensamos?

Indudablemente el mundo de los emociones y sentimientos es complejo. Tan distinto como personas hay en este mundo. Cada cual tiene su propio código y forma de entenderlos. Eso es lo maravilloso del ser humano. Sin embargo, hace unos días me contaba una persona atónita que estaba asistiendo a un enfado monumental de una persona. Lanzaba todo tipo de improperios, estaba muy enfadada. Pero de pronto le suena el teléfono. Mira quien llama y sabe que debe cogerlo. Se calma y descuelga la llamada, hablando con total normalidad, de una forma pausada ¡Su enfado había terminado! Lo que parece estupendo. Pero el asombro no fue ese, sino que según me contaba, según colgó el teléfono siguió con la bronca. Volvió a enfadarse y siguió gritando, por lo que la perplejidad fue mayúscula.
No obstante, la reflexión es otra: somos capaces de controlarnos. Somos capaces de gestionar nuestros enfados. Somos capaces de gestionar nuestras emociones, nuestros enfados y nuestra calma. Por tanto nuestras emociones son claramente pensables, gestionables en la mayoría de los casos. Somos capaces de enfadarnos cuando toca o de calmarnos en otros momentos. Es más, si llevamos una vida generalmente calmada, es bastante difícil que nos dé un ataque de ira, de forma espontánea.
Si todo eso es muy fácil pero ¿Cómo llevamos una vida calmada?
Es cuestión de práctica. Es como el deportista, cuando más deporte hace más en forma estará, o el cantante, cuanto más practica mejor cantará, el lector, cuanto más lee, mayor velocidad lectora.
¿Cómo practicar la calma?
Hay quien dice que todo comienza por la mañana. Creo que hay bastante razón en ello. Si yo me levanto con el tiempo suficiente, me desayuno y aseo a toda prisa, porque se hace tarde, salgo corriendo a mis ocupaciones, seguramente mi nivel de excitación será alto y a la mínima exploto. Una buena forma de practicar la calma es levantarse un poco antes y empezar el día relajado/a ya que eso marcará casi toda la jornada.
Le sigue el viaje a nuestra ocupación. Igualmente, si salimos con tiempo suficiente, evitará el estado de tensión de saber que vamos a llegar tarde y la ansiedad e irritabilidad que produce.
A lo largo de la jornada. El silencio y la reflexión, tengo la impresión que son claves. Me refiero a saber escuchar cuando nos hablan a no pensar en lo que voy a responder antes de que mi interlocutor termine. Ante la agresión o cualquier tipo de intimidación o cuestión que nos hagan, pensar antes de responder. Reflexionar, respirar durante unos segundos y valorar si vale la pena meternos en en una broca o preferimos preservar nuestra calma.
Tiempo de meditación diario. Es importante, sin duda buscar momentos de calma y tranquilidad en cada jornada. Después del almuerzo, puede ser un buen momento, por la noche antes de dormir, puede ser otro espacio interesante para parar y reflexionar.
No sé si conoces alguna otra manera de calmarte durante el día para estar más en paz y no andar tan enfadados/as durante el día… Puedes dejarlo en los comentarios.