A la muchacha le costaba tomar decisiones. Siempre pedía opinión a su grupo de amigas. Su ropa, la música que escucha, los lugares a los que salen, casi todo contaba con la aprobación de otras personas. Así, su vida transcurría casi como una marioneta, que necesita, en todo, la aprobación, la ayuda, de otros.
En cierta ocasión, casi como en una Epifanía, toma conciencia de su vida, que es capaz de tomar decisiones para bien para mal, con errores o sin ellos, empieza a darse cuenta que ella es ella, que yo soy yo, que tu eres tu.

Vivimos en sociedad y, en cierto modo, nos obliga a tener una referencia con las personas mas cercanas. Sin embargo, no es lo mismo tener una referencia cultural, que una dependencia. Por eso hemos de valorar de un modo especial lo que somos y procurar que nuestra principal referencia seamos nosotros/as.
Eso nos lleva a comprender que nuestro mundo interior es lo más importante. Decidimos como nos afectan las cosas que nos dicen, debemos decidir qué decisión tomar, especialmente si son cuestiones importantes. No es raro ni estaría nada mal que nos dejemos llevar en alguna ocasión para salir a un lugar a tomar algo o para una determinada actividad. Pero en cuestiones importantes somos nosotros, eres tu quien debe tomar las riendas.
Lo mismo ocurre con los sentimientos. Debemos ser conscientes de lo que sentimos y por qué. Debemos relacionarnos de buena manera con nuestro interior y con nuestras sensaciones. Es cierto, que las emociones a veces vienen y son incontrolables. Pero luego lo que sentimos, como lo gestionamos debe ser una cuestión más personal. Hemos de tener el control de nuestra vida, de nuestra interioridad. Tu eres tu. Yo soy yo y debemos fortalecer nuestro castillo interior para dejar de ser marionetas en manos de otros/as ¿te atreves?