Nos dejamos guiar por el siempre ha sido así, porque es lo menos malo, porque ¿Qué voy a hacer? ¿Que hago si no? ¿A dónde voy? Y al final nuestra vida se convierte en un tedio total en el que somos esclavos de las circunstancias o de lo que los demás quieren de nosotros/as. La clave será, por tanto, sin darle demasiadas vueltas a la cabeza, pensar bien lo que hacemos.

Me gusta defender lo razonable. Es cierto, que en cualquier momento una emoción nos embarga y crea sensaciones increíbles, pero con el tiempo, cada cosa debe ir a su sitio y racionalizarlo. Por ello, no hay que dejarse llevar alegremente por las circunstancias, es la idea de esta reflexión para no dejarnos llevar, pero ¿qué supone?
Simplemente no preguntarse ¿Por qué? Es que nos guste un deporte, una afición o acudir a cualquier lugar, simplemente porque los demás van o porque está de moda. Racionalizarlo, no dejarse llevar significa preguntarnos ¿De verdad me apetece? ¿Me gusta esa afición o eso que voy a hacer?
No dejarnos llevar significa preguntarnos el por qué de las cosas. Supone, de un modo especial, convencernos a nosotros/as mismos de lo que hacemos tiene cierto sentido y coherencia con lo que somos, pensamos, decimos y sentimos. Precisamente, hay quien propone que las personas más atractivas son aquellas que muestran coherencia y claridad de ideas en lo que hacen y dicen, tienen claro sus gustos y aficiones, precisamente lo contrario de dejarnos arrastrar o llevar por las circunstancias.
No dejarse llevar es, a veces un poco como nadar contracorriente, hacen que nos miren como un bicho raro, por eso, generalmente resulta más cómodo dejarnos llevar. Es como estar siempre entre aguas templadas, sin demasiados problemas, sin tener que defender nuestros argumentos, ni dar explicaciones por aquello que pensamos o sentimos.
La propuesta, por tanto sería no dejarnos llevar, no dejarnos arrastrar por una corriente que no nos conduce a ningún sitio. Más bien al contrario, nos hace sentirnos mal, porque sabemos que estamos fingiendo, que esa no es nuestra vida, porque estamos haciendo lo que la mayoría. ¿Te atreves a nadar contracorriente?