Dar pena como forma de ir por la vida 

Probablemente sea una de las mayores formas de buscar protagonismo. Tratar de dar pena, puede ser, para algunos, una forma adecuada de relación.

Llamar la atención de los demás en aspectos negativos es una forma de actuar aprendida en la infancia y que reproducimos cuando somos mayores por no conocer otras maneras de relación o por considerar que esa extraña forma de tener consideración de los demás es la adecuada. Pero nada más lejos de la realidad.

Aprendimos que llorando nos hacían caso desde la primera infancia. Cuando teníamos hambre, cuando algo nos molestaba o estábamos sucios, llorábamos. Mamá, Papá o algún familiar nos consolaba y nos daba aquello que necesitábamos. Pasa el tiempo y no cambiamos esa forma de relacionarnos ni de demandar atención. De ese modo valoramos los aspectos negativos, las llamadas de atención como forma de relacionarnos y de vivir, cosa que a la larga resulta dañino para nuestra vida y para nuestra felicidad. 

En las siguientes etapas de nuestra vida seguimos tratando de llamar la atención.  Vemos que nuestros amigos/as nos consuelan cuando les contamos nuestras penas: si tenemos un problema en alguna relación, si nos va mal en casa, no faltan voces que nos acompañan y tratan de animarnos. También los adultos en ese entorno, justifican nuestra falta de concentración o estudio porque tenemos esos problemas en casa, en el trabajo o en cualquier otro espacio.  

Siempre hago la excepción y hago hincapié en existen casos muy justificados donde hay verdaderos situaciones que nos deprimen y nos molestan: Cualquier tipo de violencia, abandono familiar, un accidente o enfermedad grave, lógicamente hacen que nuestra conducta sea distinta entremos en depresión y necesitamos ayuda. Son situaciones claramente justificadas. 

Pero a lo que voy es a situaciones de conflicto frecuentes ¿Qué joven o adolescente no ha tenido un problema con sus progenitores? ¿Quién no ha tenido un desencuentro amoroso? ¿Quién no ha tenido problemas en sus relaciones? En ese caso hay algunas personas que ante una situación o revés de la vida, van como alma en pena, contando sus desgracias, quedándose anclados en esa situación, porque así los amigos u otras personas hacen caso.  

Es normal que ante cualquier revés de la vida, durante un tiempo pasemos un duelo. Lo malo es quedarnos anclados en ese duelo, porque es una posición cómoda en la que nos hacen caso, nos consuela y llamamos la atención de otras personas.  

Sinceramente, a mi poco entender, me llama mucho más la atención y me gusta rodearme más de personas sonrientes, que hablan de optimismo, de alegría y felicidad, que son como cascabeles que van alegrándonos la vida. Prefiero alguien así antes que cualquier persona que únicamente se acerca a contar problemas ¿les sucede lo mismo? Entonces deberíamos evitar el ir dando pena como forma de relacionarnos e ir por la vida. Cambiemos nuestro chip, y tratemos de promover la alegría como forma de relación. ¿Te atreves? 

Anuncio publicitario