No hay nada tan terrorífico como las suposiciones. No hay nada peor que dejar que la imaginación campe a las suyas, inventando todo tipo de historias e historietas ¿sabían que la mayoría de las cosas que suponemos no suceden? Hay quien se aventura a decir que las suposiciones se incumplen hasta en un 90%. O sea que de cada diez cosas que imaginamos sólo una ocurre. Pensando en esto vemos que varias preguntas quedan en el aire: ¿Qué pasa con cumplir los sueños? ¿Qué sucede con todas esas cosas que nos imaginamos?

Seguramente tiene razón esa estadística que dice que nuestras suposiciones apenas se cumplen. Veamos ¿Cuántas veces nos imaginamos que vamos a hacer alguna cosa, teniendo una cita, un día de trabajo, una actividad y se cumple exactamente como la pensamos? Seguramente siempre hubo algún matiz, alguna cosa que no lo hizo igual que como lo supusimos. Por tanto, es muy probable que se esté en lo cierto cuando se dice que casi nada de lo que imaginamos no se cumple.
Mención aparte debe llevar el hecho de pensar o suponer cosas que no tienen que ver con nosotros/as. Eso es terrible. Según los entendidos en la materia, esto se debe a que nuestro cerebro tiende a rellenar aquellas campos vacíos. O sea que si vimos a una persona conocida entrar en un hotel, suponemos automáticamente que iba a reunirse con su amante. También si vemos a un amigo/a que habla con personas con un atuendo particular, pensamos que iba a comprar drogas. Sin embargo, puede que la realidad sea que la persona del hotel acudiera a una reunión de trabajo y que quien habla con esas personas está tratando de ayudarlas a salir de su adicción. Pero, como no sabemos, nuestro cerebro, de manera automática supone, imagina y recrea una realidad que nada tiene que ver con lo auténtico.
¿Cuál es la solución positiva?
No suponer. Así de simple: decirle a nuestro cerebro: “deja de inventarte tonterías”. También cambiar el dicho. No se si conocen el de piensa mal y acertarás. Yo procuro cambiarlo por “Piensa bien y acertarás”. Es mucho mejor.
Es importante saber que nuestra cabezota no deja de funcionar nunca. Y si se aburre, se imagina cosas. Así que otra buena opción es mantenernos ocupados en actividades creativas y enriquecedoras. Leer, cantar, bailar, deporte, pintar, dibujar… cualquier cosa que nos atraiga y que no permita que esté imaginando y calentándose por su cuenta.
Es verdad que hay veces que no podemos impedir ese tipo de pensamientos. Pero, también es importante saber que podemos dialogar con esos pensamientos y mandarlos a paseo. Diciendo interiormente o en voz alta, si podemos hacerlo: ¡¡Vete por ahi!! No quiero saber nada de este pensamiento.
No nos olvidemos que de alguna manera nuestra cabeza fortalece aquellos pensamientos que mas nos ocupan. De ese modo si continuamente tenemos pensamientos negativos de otras personas, si nos dedicamos a buscar fallos en los demás, nos acostumbraremos a eso. Por tanto, trata de controlar tu cabeza y evita las suposiciones. La imaginación úsala para cosas divertidas y creativas.