Claro que no. La vida no es un cuento de rosas y, ciertamente no siempre estamos bien. Me gusta la cultura positiva, de ello escribo aquí y me gusta, siempre que cae en mis manos, leer alguna publicación contraria a esta propuesta, puesto que si siempre leemos de lo mismo, no nos ayuda a crecer y a poner en entredicho nuestras creencias. Hace poco que me he topado con otro artículo que pone en duda el hecho de estar felices y sentirnos bien siempre. Está claro que no tenemos que sonreír siempre y no podemos estar felices todo el día. Estoy de acuerdo en la propuesta del psicólogo que las redes sociales hacen un flaco favor al mundo positivo, cuando únicamente nos muestran la “cara bonita” de las cosas y obvian el esfuerzo y el trabajo.

Para ilustrar esta idea, me viene a la mente una anécdota contada por un gran gurú de la psicología positiva al que escuché en una conferencia que uno de sus momentos complicados en la vida fue al presentar uno de sus muchos libros. A ese evento, como modo especial de diálogo con el autor, personas de la editorial, antes de que comenzara el acto, pidieron a los invitados que hicieran preguntas para luego ponerlas en vídeo y que se fueran respondiendo. Entre los invitados se encontraba el hijo del autor que, le dijo a su padre ¿Cuándo iba a poner en práctica lo que decía en sus libros en casa? El hijo, por tanto, no percibía esa positividad, esa felicidad que el autor proponía en sus libros de autoayuda.
Seguramente, el hombre llevaría una vida normal, con sus días tristes y alegres, con sus momentos mejores o peores y, sus recomendaciones serían su estilo de vida, que no era percibido de esa forma por todos los que le rodean. Por eso que una sonrisa en las redes sociales, un cuerpo esbelto, una figura envidiada, meter barriga o sacar pecho, no es una forma real de andar por la vida, sino que son poses que mantenemos unos segundos para las fotos.
No hay una dictadura de Mr. Wonderful como dicen algunos. No tenemos que estar felices siempre. Desde siempre he apostado por una vida con mesura, con tranquilidad, sin grandes picos de felicidad o tristeza que nos lleven a cierto desequilibrio. Prefiero la constancia en el estado personal. Estar bien, sin dar saltos de alegría siempre, ni arrastrándonos por el suelo. Los extremos son siempre malos. Lo ideal, por tanto es estar bien.
Entonces, ¿Hay que sonreír?
Creo que si. La sonrisa es muy buena. Cada día trato de hacer ejercicios de sonrisa, porque creo que me activa y acerca a la felicidad. Prefiero fingir una sonrisa, antes que poner cara de funeral. Los niños de manera natural sonríen cientos de veces al día. Los adultos ni siquiera llegamos a diez sonrisas al día. La sonrisa o la alegría, por tanto, es algo que se puede entrenar.
¿Hay que esforzarse en buscar la felicidad?
Esta sería otra de las preguntas pertinentes. De la misma manera que tratamos de conseguir un buen trabajo o de llegar a fin de mes, que nos esforzamos en tener buenas amistades o pareja, de tener un cuerpo determinado, hemos de hacer algo para encontrar la felicidad. Hemos de estar en camino, con la sonrisa, con cierta positividad. De la misma manera que nos entrenamos para unas cosas, hemos de buscar otras.
¿Hay que estar felices siempre?
No. No siempre podemos estarlo. Estoy convencido que la vida es, muchas veces complicada y no podemos estar siempre en un estado óptimo de felicidad. Es como el surfero que pretende estar siempre en la cresta de la ola, no es posible. La cuestión de fondo creo es saber surfear, mantener el equilibrio y salir de las dificultades sabiendo más sobre el mar y la técnica de coger mejores olas, evitando quedarnos atrapados para siempre en el remolino que se forma en la parte de baja de la ola. Eso requiere práctica y esfuerzo.
Y por último ¿hemos de sonreír para la foto?
Si no sonreímos para la foto, es probable que nos pasemos todo el día sin sonreír. Así que mejor hacerlo aunque sea de manera artificial, porque al menos así, habremos sonreído.