El otro día un amigo me contaba que tenía absolutamente todo controlado. Tenía claro cuando tenía que comer, hacer deporte, cuando y cuanto tenía que dormir, cuando debía estar con sus familiares… Puede ser normal que tengamos cierto horario y cierto orden, pero en ese caso, tenía pautado hasta las horas en las que iba a realizar cada actividad. Tenía todo previsto perfectamente por horas y minutos. Su vida parecía poco menos que cronometrada. Me pareció exagerado. Por eso considero que es necesario un poco de descontrol.

Hay que desmelenarse de vez en cuando y dejar que las cosas surjan tal como son, sin demasiado control. Tener un horario férreo, me parece que no es demasiada buena idea porque nos encorseta y no nos hace felices. Es cierto que tenemos unos horarios de trabajo o de estudio, unas horas para entrar y a las que debemos salir, con ciertos periodos de descanso. Pero me parece una idea estupenda que el resto del tiempo juguemos en cierto modo con nuestro horario y disponibilidad para no hacer siempre las mismas cosas. Esta es una buena forma de terminar con la rutina.
Por ejemplo es bueno que dediquemos cierto tiempo a hacer deporte cada día. Es bueno y saludable. Lo que puede hacer nuestra vida algo monótona es que siempre hagamos el mismo deporte a la misma hora todos los días. Sería bueno ir variando la actividad física y, si depende de nosotros/as, es decir que no estamos en un centro deportivo o gimnasio con unas horas pautadas, hagamos el deporte no siempre en el mismo horario y que hagamos variedad de actividad: caminar, correr, baloncesto, fútbol, siempre que sea posible.
También podemos desmelenarnos con la comida. Es bastante frecuente que, por ayudarnos en la preocupación diaria de elaborar los menús, los lunes tomemos un determinado alimento, los martes otro, miércoles y así toda la semana. No estaría de más ir variando las opciones y posibilidades sorprendiéndonos y haciendo la vida algo más divertida. No hay nada más aburrido que pensar: hoy es jueves toca arroz, siempre toca arroz los jueves.
La rutina nos ayuda en cierto modo a mantener ciertos hábitos, pero dentro de esa misma rutina, cuando ya hemos conseguido incorporar los hábitos a nuestra vida, no está de más “descontrolarnos” y hacer algo diferente, cambiar de horarios, de actividad. E incluso, si nos apetece, dejar de hacerlo por un día, que no nos va a pasar nada.
Tiene que ser muy aburrido esperar a que el reloj marquen las y 45 para empezar a hacer alguna actividad. Tiene que ser bastante aburrido que cada día de la semana hagamos una actividad perfectamente pautada y seleccionada. Por lo poco que sé, se aprende y se recuerda mucho más cuando nos desmelenamos, cuando sorprendemos a nuestro cerebro y tomamos una ruta distinta, cambiamos la hora de hacer alguna cosa. ¿Te atreves a desmelenarte?