Siempre he recomendado la reflexión en este espacio. Estoy totalmente convencido que no prestamos demasiado tiempo a nuestro interior, a nuestro yo. Sin embargo, surge la gran pregunta: ¿Qué diferencia hay entre reflexionar y comerte la cabeza? ¿Dónde está la línea roja que marca la división entre una y otra? No es fácil responder a estas preguntas, pero voy a tratar de hacer esa distinción. No sé que tal quedara…

Para evitar comerte la cabeza, fundamentalmente hay que evitar los pensamientos negativos ¡vaya que ilusión! ¿Y cómo sé cuando un pensamiento es negativo y cuando es positivo? Es relativamente sencillo: un pensamiento positivo nos hace sentir bien, mientras que el negativo, nos pone de mal humor, nos hace sentir mal, nos enfada o nos trae recuerdos que no son demasiado buenos. En ese caso, lo ideal es evitar esos malos pensamientos o tratar de cortarlos. Hace poco hacía una reflexión sobre como eliminar o tratar de evitar esos malos pensamientos.
Es posible que no podamos evitar esos pensamientos, porque cada vez que paro y me pongo a reflexionar, aparecen esas ideas recurrentes y nada buenas que evitan mi felicidad. Obviamente, siempre recomiendo que, cuando esos pensamientos o ideas, son especialmente negativas, nos hacen daño, impiden desarrollar una vida normal, es bueno que consultemos con un especialista de la salud mental. Especialmente, si existe alguna idea con la que no podemos luchar, que nos hace sentir mal siempre, de forma continua, que nos hace estar tristes y deprimidos/as, consultemos con un médico, siempre.
Bien, vamos a la parte positiva, que es la que nos corresponde en este espacio. Lo primero que hemos de recordar es que no podemos dejar de pensar. Hay personas que en meditación son capaces de mantener un estado de calma, sin pensar en nada durante unos segundos, pero poco más. O sea, siempre estamos pensando, nuestra cabeza siempre está pariendo ideas.
La propuesta que utilizo para no comerme la cabeza demasiado es estar ocupado, que no es lo mismo que estar preocupados/as. Ocupar nuestra mente significa tener algún plan en qué pensar, dedicar tiempo a la lectura a la música, a realizar ejercicio. Dejar que la “loca de la casa” como decía santa Teresa de Jesús, ande a sus anchas no es nada bueno.
Ocupar el tiempo libre. Tengo la impresión que nos comemos la cabeza cuando estamos demasiado ociosos/as. No digo que no descansemos, especialmente ahora en vacaciones, sino que incluso las vacaciones las entiendo como un cambio de actividad sin horarios que me aten. Hago deporte cada día, leo cada día, escucho o práctico música cada día, realizo labores de mantenimiento en casa, voy a la playa, hago voluntariado, paso tiempo en familia, medito durante algunos momentos al día, me tiro un rato en el sillón, juego, veo alguna serie o película Sin embargo, estar sentado sin hacer nada o simplemente viendo la televisión durante días o semanas sí que puede provocar que me coma la cabeza.
Tampoco se trata de agotarnos. No hay que confundir hacer cosas, con estar frenéticamente ocupados sin descanso. Es algo típico en nuestra vida que nos ocupemos, que no paremos ni un segundo para evitar pensar. Hay quien siempre tiene música en los oídos, cuando llega a casa pone la televisión, en el coche la radio y así sucesivamente, para evitar pensar. No se trata de eso, se trata de ocuparnos, postivamente, con intervalos de tiempo para cada cosa. No hace falta medir cada uno de los momentos, sino que según nuestro ritmo, según cada día nos ocupemos de distintas cosas.
No dejemos nunca de aprender. Si estamos trabajando es más fácil, porque nuestra rutina diaria la marca el horario laboral. Luego, en el tiempo libre, podemos organizarnos para ocuparnos —sin preocuparnos, insisto— con distintas actividades. Además, agrego una que había pasado por alto: aprender. No dejemos de aprender nunca. Leyendo, a través de la red que nos ofrece multitud de plataformas en las que aprender cosas nuevas: desde un idioma, una forma de trabajar, con algún tutorial, profundizar en cualquier actividad que nos atraiga o mediante la misma lectura.
¿Se les ocurre alguna otra forma de no comernos mucho la cabeza?
Cierto, muy cierto! Equilibrio como siempre es lo mejor. Un abrazo desde Italia.
Gracias Selene. Un abrazo grande.