Seguramente las expectativas son el peor enemigo que tenemos. Creer, esperar, considerar que… el “yo creía que…” Las expectativas no son nada buenas. No significa que no tengamos que tener sueños ni aspiraciones, sino más bien esperar cosas que no podemos controlar, que se escapan a nuestras manos. Por tanto, como si fuera un partido de fútbol o de cualquier otro deporte, expectativas 0 – Realidad 9 o más, o que gane por goleada.

La expectativa es la esperanza o posibilidad de conseguir alguna cosa. Por tanto no suele ser real. No es igual que un sueño, porque el sueño es un anhelo, un deseo, algo que quiero que se haga realidad y por lo que quiero luchar. El sueño, además, está dentro de mis posibilidades tratar de alcanzarlo y la expectativa, en general, están fuera de mi control. Es por eso que las expectativas hemos de reducirlas a la mínima expresión.
La expectativa está siempre en el campo de la otra persona o situación: yo esperaba una mejora, yo deseaba que sucediera, confiaba en que sucediera, quería aquel ascenso, tenía la esperanza de conseguir aquello que me parecía… Puede ser que la expectativa se cumpliera, pero es probable que en la mayor parte de los casos no se haga realidad, porque simplemente es eso, una esperanza, un deseo formulado con cierta hambre de… pero siempre tiene como denominador común el azar: la expectativa puede ser o no ser.
Animo a que no tengamos demasiadas expectativas. La propuesta es que soñemos y trabajemos para conseguir esos sueños. No esperemos que toras personas hagan, digan, tengan… No tengamos la expectativa de que nos toque la lotería o que aquella persona cambie, mejore, me dé la oportunidad.
La expectativa puede cumplirse en la medida en la que yo me encamino hacia ella. Si realmente quiero una mejora en mi vida y tengo esa expectativa, lo normal es que me prepare, estudie, lea y observe todo lo relacionado con ese tema. Deseo conseguir algo y me preparo con fuerza para ello, tengo ese deseo y trato de lograrlo. No me quedo quiero esperando a ver si por alguna conjunción de planetas o por azar aquello que espero se cumple. Es cómo el que pedía fervientemente a Dios que le tocara la lotería, hasta que un día Dios cansado de sus plegarias le dice: ¡Compra un billete, al menos!
No esperemos, sino que vamos a tratar de conseguir lo que queremos. Hagamos un plan, veamos hasta donde podemos llegar, Pongamos unos plazos, tracemos el camino para llegar a cumplir ese sueño. No dejemos los sueños en manos de los demás. No esperemos que se cumplan nuestras previsiones porque otros/as lo hacen, sino porque nos ponemos manos a la obra. Dejemos el vuelo de la expectativa para navegar en el mundo de la realidad.