Manolo es un albañil que cada mañana acude a su puesto de trabajo “por obligación”. Tiene deudas contraídas de una vida normal: coche, hipoteca, algún préstamo. Cada día no ve la hora de salir del trabajo para irse a charlar con los amigos o realizar una actividad de ocio. En otra cuadrilla está Pedro, otro albañil que parece dejarse la vida en cada bloque que pone, cada día se enfrenta a un reto distinto: alicatar de la manera más proporcional posible, poner los pisos más alineados o sentar los bloques de la manera más perfecta. Al salir se reúne con sus amigos, hace deporte o cualquier otra actividad de ocio poniendo todo su corazón en lo que practica ¿Qué hace que dos personas con idéntico trabajo, derechos, vacaciones, etc, tengan visiones tan distintas de su vida y su trabajo?

Los personajes son inventados, claramente. Pero reflejan una realidad con la que nos topamos habitualmente. Dos personas con características similares, pero con visiones opuestas de la vida ¿Qué ocurre para que sea así? Seguramente es la manera de afrontar su existencia. Por eso hay tanta preocupación y estudio de estos fenómenos. Consideraré algunas claves que me parecen importantes:
La actitud
Es fundamental. Es algo sobre lo que poco se puede influir desde fuera. Dos personas con idéntico salario, con buena posición social, pongamos por ejemplo dos médicos y hay quien no está satisfecho con su trabajo, mientras que otro lo adora. Es muy probable que cada persona tenga una motivación y una forma de ver el trabajo distinta. Lo que debemos considerar es que la actitud no es estática. Es decir, no tengo porque tener una actitud determinada o pensar que el trabajo es malo y el ocio bueno o que los fines de semana son lo mejor y los días laborables un desastre. Esa forma de ver las cosas, esa actitud que tengo ante esas situaciones es personal y modificable por mis propios pensamientos. Puedo elegir pensar y tener una buena actitud hacia mi trabajo y también hacia mi tiempo libre por igual.
Estar en cada lugar, estar presente
Algunas veces no disfrutamos de lo que hacemos porque pensamos en lo que vendrá después. Es decir, estoy en el trabajo pensando en la hora de salida porque he quedado con alguien o espero con ansia el fin de semana porque es cuando me voy de acampada o de fiesta con los amigos/as. Es ideal proponernos disfrutar de cada instante del trabajo en el trabajo, del ocio en el ocio. Que no suceda al contrario de modo que el domingo por la tarde se me amargue porque el lunes tengo que ir a trabajar. Disfrutemos de todo: del trabajo, del estudio, del momento que vivimos, sea cual sea.
No tener compartimentos estancos:
Se trata de no parcelar la vida. Mi vida es una sola, no tengo porque tener una mentalidad y actitud en un lugar, otra forma de comportarme y de ver las cosas en otra y así sucesivamente. No debería ser el yo del trabajo, el yo del ocio, el yo de casa, el yo del estudio, sino que debiera ser todo el mismo, incluso mezclar parcelas no estaría mal. Así en momentos de estudio podemos trabajar un poco, o pausar un tiempo de ocio, para investigar o trabajar, si podemos hacerlo. No dividas la vida en parcelas, disfruta de todo intensamente.
Estado de flujo
Esta idea viene de un libro que he leído recientemente Fluir “flow” de Mihaly Csikszentmihalyi. La propuesta, propuesta de manera muy breve, analiza los momentos de disfrute máximo de las personas, muy concentrado y disfrutando absolutamente de aquello que hace. Estoy completamente de acuerdo con esta idea. Podemos ser capaces de disfrutar de todo aquello que hacemos, de propiciar estado de contracción máximo, tales como los deportistas de élite, un compositor o cualquiera de nosotros/as que ponemos toda nuestra pasión, emoción, energía en aquello que hacemos en algún momento de nuestra actividad diaria ¿te atreves a practicarlo o vas a seguir separando y esperando momentos?