Es una buena propuesta, quizá una frase fácil para poner en una red social, pero debería ser un estilo de vida para ser cada día mejores personas y más positivos/as. Tengo la impresión que hay quien vive demasiado en la nostalgia, en el pasado, anclados en sus recuerdos, pensando que las épocas anteriores fueron mejores. Sin embargo, el pasado únicamente ha de servir para impulsarnos hacia adelante, para crecer y seguir y no para quedarnos tumbados en ese recuerdo.

He de confesar que no me gustan demasiado los recuerdos. Al mirar un vídeo antiguo o un álbum de fotos, procuro verlo relativamente rápido o mirando como si viera las imágenes de otras personas. No es que reniegue del pasado, ni que considere que el camino vivido fue peor y que quiera olvidar parte de lo vivido. Simplemente hago el esfuerzo de vivir el presente, el ahora, el momento actual.
Es verdad que todos tenemos un camino recorrido, una vida mejor o peor. El problema está en cuando de una forma más o menos continua, recordamos aquellos episodios buenos o malos de nuestra vida. Más problemático aún, es cuando los que recordamos son siempre las mismas situaciones.
Lo curioso del caso, no sé si estarán de acuerdo conmigo es que generalmente afloran más los recuerdos negativos que los positivos. Nos acordamos con más detalle del accidente, del problema, de aquel mal trago que pasamos que de las situaciones buenas. Tristemente, además, esos momentos negativos son los que recordamos con mucha más frecuencia.
Por eso decía que trato de no vivir demasiado en el pasado. Me gusta lo aprendido, lo vivido. No cambiaría grandes cosas de mi camino personal. Básicamente porque si tocamos algo, muy probablemente, nuestra vida no será la de ahora sino otra. Así que nuestro pasado nos configura, nos hace estar donde estamos y no hay mucho más que decir. Por eso, quedarse tumbado en el sofá de la tortura por lo que fue o por lo que pudo ser y no fue, no tiene ningún sentido.
Nuestro pasado ha de ser el trampolín que nos impulsa hacia adelante, hacia una vida más plena y feliz. Hay unas sencillas preguntas o test que nos sirve de mucho para relativizar lo que ocurrió en el pasado. Sencillamente: ¿Lo qué ocurrió tiene solución? SI: Arréglalo. NO: Olvídalo. Ese sofá calentito, con mantita, al calor de los recuerdos que no paran de fluir por lo que dije o por lo que no dije, por lo que hice o dejé de hacer no tiene ningún sentido. A modo de trampolín para seguir adelante.