Para nuestras acciones tenemos dos opciones, dos puntos de vista desde las que emitir nuestra decisión. Somos bipolares. Sólo podemos elegir situados en un lado de una línea imaginaria que tenemos en cada cual. Podemos elegir desde el lado de la luz o de las sombras; desde el amor o desde el odio. La mayor parte de nuestras acciones, por no decir todas, se basan en un lugar o posición en la que nos encontramos ¿En cuál de ellas te sitúas?

Habría que ponerle un nombre a esos dos lugares distintos. Pueden ser: luz y sombra, quizá sea el más conveniente que se me ocurre. Pero puede ser el amor o el odio. Puede ser desde la confianza o el resentimiento, puede ser desde el cariño o desde la venganza. Si nos fijamos casi todas esas sensaciones podemos situarlas en un lado u otro. Es fácil clasificarlas.
Las emociones
Pongamos como ejemplo las emociones, algo de lo que se habla mucho y sobre las que no hay demasiado acuerdo sobre cuántas son las básicas en cada persona, hay quien habla de cinco y otros de siete. Pero la mayoría de ellas, si las miramos bien, somos capaces de colocarlas en la zona de luz o en la de sombra. Las cinco son: Miedo, tristeza, ira, alegría y asco. Son fácilmente clasificables: La alegría la pondríamos en el espacio de la luz y el resto: Miedo, tristeza, ira y asco podrían ir al lugar más sombrío. Las nuevas clasificaciones añaden otras dos más la felicidad y la sorpresa, que podríamos colocarla en la parte de luz.
No quiero entrar a valorar las emociones, sino que simplemente quería poner un ejemplo de que casi todo lo que hacemos, pensamos y decimos está instalado en una clave interior ligada a la luz o a las sombras interiores. Por eso, lo fundamental, no es tener una lista de todo lo que hacemos y decimos cada día, sino que seamos capaces de analizar esos pensamientos y acciones, situándolas en un lugar o en el otro, preguntándonos ¿Desde donde actúo?, ¿desde dónde pienso o digo esto?
No es lo mismo que quieras corregir a alguien, por ejemplo desde el punto de vista de la luz o de las sombras. No es lo mismo decirle lo que queramos desde el amor o desde el resentimiento o el odio. No son iguales nuestras palabras, ni nuestros gestos, ni lo que tenemos en la cabeza en ese momento. Una guerra, tan de moda, por desgracia en estos días no nace de nuestra parte de luz, sino de las sombras. No actuamos igual en un atasco de tráfico desde la luz que desde la sombra. No le hablamos igual a quien nos atiende en una tienda o un restaurante de la luz que desde la sombras. Al camarero/a desde la luz: le pediremos nuestra comida por favor y daremos las gracias cuando nos sirve y sonreiremos cuando nos trae cada servicio. Desde la sombra, apenas le diremos nada porque es su obligación y su trabajo hacer todo lo que le pedimos sin rechistar, porque tenemos la razón y para eso pagamos.
Son ejemplos nimios, sencillos, pero que marcan nuestra actitud y forma de ser en la vida. Por eso, no estaría mal instalarnos esa aplicación que nos pregunte frecuentemente, casi en cada decisión, en cada proceso ¿Dónde te sitúas?
No puedo estar más que de acuerdo!