Si te sientes mal… siéntate bien

Esa era una de las frases simpáticas que nos decían de pequeños. Con la intención, imagino de contestar de manera sarcástica o para quitar importancia a las posibles dolencias de cualquier enano. Algo que, obviamente, enfadaba a cualquiera. Por si fuera poco, el repertorio con este tipo de respuestas es amplio: me duele la barriga, pues tira de ell para arriba, Me duele el… (aquí cualquier parte del cuerpo) pues duélele tu a él y así el repertorio puede ser larguísimo. Sin embargo, ahora un poco más en serio, leí hace unos días algo relacionado con nuestras sensaciones y cómo nos afectan ¿Podemos controlarlas? ¿Estamos a merced de lo que dicta arbitrariamente nuestro organismo y no podemos hacer nada para cambiarlo? O, lo que nos interesa más, ¿si me encuentro mal puedo cambiarlo y empezar a sentirme bien?

Siéntete bien

Lógicamente, al entrar en estas cuestiones, nos movemos en aguas más profundas, no es sólo el tener la capacidad de cambiar nuestra percepción ante un sentimiento que nos domina. No se trata simplemente de un chiste fácil, ni de una broma, sino que el título tiene su miga: ¿puedo sentirme bien, cuando un día por la mañana, como dicen algunos, me levanto con el pie izquierdo? ¿Tenemos la capacidad de racionalizar nuestras sensaciones y sentimientos y cambiarlos? Algunos dirán que sí, pero lo que parece a simple vista, es que no es tan fácil decirlo o escribirlo como hacerlo.

¿Es posible sentirnos bien?

En alguna ocasión he reflexionado sobre este asunto, pero desde otra óptica. En otras momentos he preguntado si nuestros sentimientos pueden ser razonables o tenemos que dejaros que campen a sus anchas. Muchas personas se doblegan al comenzar un mal día, cuando algo malo sucede o cuando tenemos un desencuentro. Obviamente, hablo de cuestiones normales. En ningún caso, como una accidente grave, una enfermedad terrible o la muerte de un ser querido, nos hace tener un sentimiento que debemos tener y que nadie nos lo puede aliviar, ni es tan fácil sobreponerse. Hablo más bien de situaciones cotidianas, que vienen de expresiones como “hoy tengo el día tonto”, “Hoy no me hables que estoy que muerdo…” y otras expresiones y sensaciones similares ¿Podemos cambiar esos momentos? Creo que si.

Es más, creo que es una “obligación” hacerlo. Porque si nos dejamos llevar porque tenemos días tontos o malos días, estos se pueden acumular y terminar, finalmente con una depresión de caballo. No siempre se tienen las herramientas para combatir esos malos momentos y por eso, naturalmente, hemos de acudir a especialistas cuando no somos capaces de mejorar nuestro estado de ánimo con mucha frecuencia. No está mal ante la perseverancia de situaciones negativas, como esa, pedir consejo, ayuda y guía a un especialista en Salud Mental.

La reflexión de fondo, es que no dejemos de luchar contra esos momentos en los que nos encontramos mal. Primero con todas nuestras fuerzas, luego, si no lo conseguimos, podemos pedir ayuda. Si nos sentimos mal, podemos intentar cambiarlo. Para ello quizá nos valga la pena algunas herramientas:

El diálogo interno

Siempre abogo por desarrollar nuestro diálogo interior porque hablando con nosotros mismos/as, podemos comprender y conocernos mejor. Si nos encontramos en un buen momento, sería estupendo preguntarnos porqué nos encontramos así y disfrutarlo. Lo mismo si pasamos por un mal momento, es muy bueno el diálogo para tratar de encontrar el origen o la causa de esa situación y así estar prevenidos para cuando vuelva a acontecer. Igualmente, de un mal momento también hemos de disfrutar. Vivir ese momento, pero sin encariñarnos con él.

Siéntete bien

Una vez identificada la situación, podemos preguntarnos si queremos y podemos cambiar la situación. A veces hay pequeñas cosas que podemos modificar con un simple pensamiento. Es decir, me levanto con el pie izquierdo y, con una simple pregunta, ¿Por qué estoy así, tiene alguna raíz? Y si no hay nada aparente que lo cause, con poner un poco de música que nos anime, sonreír —aunque sea de manera forzada—, hacer algo de deporte, puede cambiarnos el día para bien. Así, que para seguir reflexionando, dejo la pregunta en el aire ¿Es posible cambiar nuestro día? ¿Es posible decidir sentirnos bien? ¿Es una decisión personal o son causas externas o nuestros sentimientos los que nos gobiernan? Creo que algo podemos hacer… pero dejo la pregunta en el aire, para que cada cual la responda.

Anuncio publicitario