Afilar el hacha

Volví a escuchar esta propuesta muchos años después de haber presenciado la escenificación de este cuento. Afilar el hacha supone estar preparado, no se trata de hacer, hacer y hacer sin parar, sino dedicar tiempo a prepararnos para el trabajo, para la actividad. El atleta necesita pensar en cómo está respondiendo su cuerpo ante los estímulos y trabajo diario para mejorar. Necesita, además, periodos de descanso. El creativo necesita espacios en blanco para simplemente pensar. Todos necesitamos tiempo para afilar el hacha, para ver desde otra perspectiva, para reflexionar y preparar el trabajo que hacemos.

Tenemos que afilarnos, estar preparados/as

El cuento de afilar el hacha mostraba a dos leñadores que cierto día decidieron competir para ver quien cortaba más árboles. El primer día ambos empataron a igual número de árboles cortados. Al día siguiente empezaron su faena y uno de ellos decidió descansar un rato, así que se retiró a su casa, descansó y volvió. Precisamente el que se había retirado, pese al descanso y la inactividad superó levemente al contrario. Sólo con un árbol más. El perdedor pensó que tenía que trabajar más duro, más rápido, porque no podía ser que su oponente, descansando le ganara. Al día siguiente lo mismo, hacia la mitad de la jornada, se volvió a retirar durante un rato y al volver consiguió más distancia en árboles cortados. Su compañero no cabía en sí de la rabia ¡no podía ser! ¿Cómo es que le ganaba si se ausentaba del trabajo durante un rato? Pasaron las jornadas y la diferencia era abismal. Así que el leñador con desventaja decidió cansado e incrédulo preguntarle a su oponente: ¿Cómo es posible que te vayas cada día unas horas, trabajes menos tiempo que yo y me ganes con tal diferencia? El leñador con gran tranquilidad respondió. No me retiraba a descansar, me iba a afilar el hacha.

No por ir más rápido, ni por trabajar más duro, ni más fuerte se consiguen mejores resultados. Hay que prepararse y, sobre todo hay que reflexionar sobre lo que estamos haciendo. Afilar el hacha hoy en día supone parar en medio de la jornada, en medio de tanta agitación, entre tanta vorágine para pensar si lo que hacemos es correcto y vamos en buen sentido.

A veces para conseguir nuestras metas simplemente nos dedicamos a correr hacia ellas a trabajar duro, casi sin descanso como el leñador que no paraba en todo el día, sin darnos cuenta que, el hacha se va desafilando, que va perdiendo capacidad de corte y, por lo tanto se hace inservible. La formación, hablar con otros compañeros/as, compartir, nos ayuda a ser mejores en lo que hacemos. Simplemente correr no te hace el mejor atleta. Hablar no nos hace mejores comunicadores, cantar no nos hace grandes vocalistas, hay que reflexionar, escuchar, parar y ver que lo que hacemos. Reflexionar y ver a otras personas que hacen cosas parecidas para aprender y pedir asesoramiento. En definitiva, afilar el hacha.

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