Tu tienes toda la culpa

Las culpas suelen hacer mucho daño. Tanto si culpabilizas a los demás, como si te quedas anclado en un error que cometiste, culpabilizándote, es muy probable que no puedas progresar, que te llenes de negatividad y resentimiento que hará de ti una persona bastante huraña y antipática. Por eso no estaría de más solucionar y olvidar las culpas que no sirven de nada.

¿Tienes la culpa de todo?

Culpabilizar a los demás de mis errores.

No tiene demasiado sentido. Pero hay personas que cuando no reconocen los errores propios, suelen culpar a los demás de todos sus males. No todo lo que nos pasa es por culpa de los demás. Aunque, puede ser cierto que en alguna ocasión nos influyan en decisiones, las amistades, los compañeros, en última instancia, nuestras decisiones son nuestras y no de otras personas. Por eso, si nos equivocamos en cualquier determinación que tomamos, no es lógico culpar a quienes nos lo propusieron, a quienes nos dijeron. Hay que asumir los errores siempre, lo cual es una prueba de madurez personal.

Culpabilizarnos

Tampoco tiene mucha lógica cuando nos torturamos inútilmente. Hay que resolver las culpas personales de una forma más o menos sencilla y práctica. Supongamos que cometo un error ¿Tiene solución? Si. Pues lo arreglo y sanseacabó. No hay que darle más vueltas. Porque esa tortura de estar rememorando y dándole vueltas y más vueltas a lo sucedido, no nos lleva a ninguna parte, más que a un desgaste emocional tremendo. Insisto: si cometemos un error y lo podemos arreglar, hagámoslo inmediatamente y cerremos ese capítulo.

Otro supuesto. Cometemos un error y producimos un daño importante, puede que irreparable, especialmente en otra persona. La opción en primer lugar es tratar de corregir. Llamar a esa persona, pedir disculpas, tratar de solucionarlo. Puede que esa persona no nos perdone, determine no hablarnos más, pero, al menos, nosotros intentamos pedir disculpas y arreglarlo. Si no se soluciona, tampoco podemos hacer mucho más. Así que, igualmente, debemos pasar página. Metí la pata, intenté corregir, no pude, pero tampoco voy a seguir torturándome de por vida, por tanto tampoco tengo que seguir dándole vueltas y culpabilizarme por una mala decisión que tomé y que no tiene solución.

En cualquier caso, lo que ha pasado, dejémoslo estar. Hay muchos dichos y refranes que nos recuerdan que no tenemos que seguir dando vueltas a lo mismo: agua pasada no mueve molinos, lo pasado, pisado, mirar atrás sólo para coger impulso… Todas estas frases nos quieren recordar que no tiene ningún sentido volverse loco/a por lo que ha pasado. No tiene ningún sentido seguir sintiendo culpa por lo que fue. Sólo hay dos opciones: Si puedes arreglarlo, hazlo. Si no, discúlpate y sigue adelante.

Anuncio publicitario