¿Son las emociones controlables o campan a sus anchas? Leía una reflexión sobre el amor. Una persona se mostraba preocupada porque aseguraba había perdido el amor que sentía hacia la otra persona. Un consejero le decía que lo mejor, ante esa situación es amar a la persona que ya no ama. ¿Pero como voy a amar a alguien que ya no amo? —insistía— Amándola, respondió. Entonces surge la pregunta ¿amar es una emoción o una decisión? ¿Puedo elegir amar o es algo instintivo e incontrolable?

Algunas parejas se separan porque han perdido el amor. Pero ciertamente no es fácil aclararse, suele ser este un tema bastante complicado de entender. Sin duda el amor y las relaciones son complejas, tan complejas y diferentes como son cada una de las personas que habitamos el planeta. Por eso, como primera idea tendríamos que pensar que no existe una única respuesta para hablar de sentimientos o emociones, como es el caso del amor. Lo que si parece conveniente es la pregunta ¿Podemos elegir amar o simplemente es una corazonada, un flechazo.
No cabe duda que en un primer momento existe ese flechazo. Una impresión potente que nos deja sin palabras que parece incontrolable. Sin embargo, hay quien opina que ese “enamoramiento repentino” no es más que la proyección de nuestros propios deseos y expectativas en otra persona. Sería algo así como lo que hemos idealizado en nuestra mente y que, de repente, se materializa delante de nosotros, como una especie de milagro y, es por eso, que nos descoloca. No obstante, el paso del tiempo va colocando todas las piezas en su sitio y entonces, es cuando aparece la parte más racional: la decisión de amar o no amar.
El fin del amor probablemente no exista como tal, sino que más bien es producto de ir conociendo realmente a la persona con la que nos relacionamos. Si tal como nos propone esta teoría, en la que el enamoramiento es el cumplimiento de expectativas en la otra persona, es probable que, con el paso del tiempo eso que pretendíamos no se va cumpliendo y se va desgastando ese amor. Es entonces, cuando aparece la decisión ¿Queremos realmente a esa persona? ¿Estamos dispuestos/as a un amor en otro nivel diferente que rompe con esa situación “ideal” que nos habíamos planteado.
Probablemente el amor maduro es una decisión. Porque seguramente si nos proponemos buscar fallos en la otra persona para alejarnos de ella, encontremos un puñado de ellos. Lo mismo, si queremos buscar cosas buenas para mantener la relación. Pasado ese momento de enamoramiento inicial, se debe ir madurando, reflexionando, decidiendo, controlando de algún modo esa emoción.
Como siempre propongo, hay que hacer la salvedad en relaciones claramente tóxicas o violentas de cualquier tipo. No debemos ni tenemos que seguir amando a quien nos maltrata, quien nos hace algún tipo de daño físico o no. Obviamente en ese caso no hay que decidir amar de ningún modo. Hay que alejarse y cuanto más pronto, mejor. Pero es cierto, que en muchas ocasiones hay quien habla de que las relaciones se enfrían, no son como antes, nada es igual… y, sin duda, es así por dos razones: primera no se puede vivir en ese estado permanente de enamoramiento, sino que esa sensación tiene cierta durabilidad, justo hasta cuando se racionaliza y aparece la segunda cuestión: es cuando decido amar. De otra manera, con madurez, con serenidad, con la decisión firme y clara de estar conviviendo y compartiendo con la persona que amo.
Con todo, cuando aparece ese tedio, relajación, aburrimiento, es cuando tenemos que tomar la decisión de amar o no. Valorar lo positivo y lo negativo de esa relación. Ya la emoción exultante ha pasado, es el momento de decidir ¿Realmente amo? ¿Quiero amar?