Desde hace tiempo descubrí que es muy importante el lenguaje que usamos tanto con nosotros mismos y con los demás. Acabo de leer esta expresión y me he quedado pensando. “Ya queda menos” ¿para qué? Supongo que para las vacaciones. Ahora viene la pregunta potente: ¿Qué pasa cuando se acaben las vacaciones? ¿Entonces también queda menos? No podemos vivir una vida diciendo o diciéndonos cosas como estas porque no ayuda en nada a nuestro bienestar

Si miramos para la globalidad de la vida, cada día queda menos, obviamente, pero paradójicamente, acumulamos más experiencia, más sabiduría y bienestar. Vamos creciendo y madurando. Pero no cabe duda que el lenguaje que usamos, nuestras expresiones, especialmente aquellas que nos salen del alma casi sin pensar, dicen mucho de nosotros/as y condicionan nuestra vida. Por tanto debemos cuidar nuestro lenguaje.
Ya queda menos supone pensar en la meta y olvidarnos del presente. No debemos perder de vista nuestras metas, obviamente, pero como una guía, como un mapa, no como un único fin. Supongamos el “ya queda menos” que supongo se refería a las vacaciones, ¿Qué pasa ahora que estamos en vacaciones? ¿Ya estamos contentos/as? y cuando terminen, ¿pensamos en que queda menos para las siguientes o empezamos a esperar la llegada del fin de semana?
Mientras vamos diciendo y, lo que es peor, diciéndonos, “ya queda menos” nos vamos perdiendo el recorrido, el viaje, el momento. Seguramente hace unos días, cuando faltaba poco para las vacaciones, ese ya queda menos parecería natural, pero seguramente pensando en eso perdíamos de vista esos momentos increíbles e irrepetibles que estábamos viviendo, porque el foco estaba puesto en lo que habría de venir.
Entonces ¿Cómo conciliar el tener metas y deseos con vivir el momento presente? puesto que, con ese razonamiento parecerá incompatible una cosa y otra. La fórmula podría parecer sencilla: No centrarnos en exceso en eso que esperamos. Es verdad que las vacaciones son muy buenas, que las esperamos con gran expectación y son buenas, porque desconectamos, vivimos tiempo de ocio maravilloso, descansamos. Pero no nos olvidemos del momento actual. Pongamos el acento en el momento presente. Es verdad que nos agradan las vacaciones, pero vivamos con intensidad todo lo que nos toca: tiempo de trabajo y tiempo de vacaciones. Miremos con alegría las vacaciones pero desde hoy, desde ahora.
Quizá para entender esta idea nos viene muy bien la idea de un árbol. Las especies más grandes y majestuosas, deben tener unas buenas raíces (el presente) deben estar bien ancladas en el ahora, para poder crecer y mirar hacia el cielo. Una raíz débil, pequeña, por querer mirar sólo hacia el cielo, por querer llegar alto, por pensar sólo en el futuro, hace que ese árbol, cuando llegue cualquier adversidad, el viento, la lluvia, un temporal, caiga a tierra. Por eso necesitamos, con el gran árbol, centrarnos en el día a día, sin dejar de mirar hacia el cielo y crecer. ¿Te atreves?