A veces parece que, cuando algo va mal, tiene que seguir así durante un periodo. Damos por sentado que si un día va mal, tiene que terminar así. A veces empezamos el día con algún inconveniente: una cola de tráfico, un pequeño accidente doméstico, un retraso inesperado y parece obligado, que a partir de entonces, todo tiene que ir mal irremediablemente. Sin embargo, las circunstancias no tienen el poder. El poder está en tus manos. Tienes la capacidad de decidir si todo tiene que ir mal o bien

Lo peor del caso es que cuando esas situaciones se repiten con demasiada frecuencia, nuestros días, las semanas empiezan a ser un infierno. Pero no debe ser así. Tenemos la capacidad de decidir cómo queremos que nos afecten las cosas que nos suceden. Por eso, si tienes un mal día: cámbialo. Así de sencillo.
Lo primero que hemos de hacer es tomar conciencia de que las circunstancias no son las que gobiernan nuestra vida. Soy yo, eres tu quien decide lo que pasa en cada uno de nosotros/as. Debes tener el control de tu vida. Las circunstancias no pueden gobernarte, tienes y debes controlar tu cuerpo y tu mente ante las circunstancias.
Obviamente, queda excluido una suceso importante, tal como un accidente de grave, un fallecimiento, una enfermedad que naturalmente nos traumatiza. No somos de hierro. Me refiero a las pequeñas cosas que parece que nos estropean el día: lo que alguien comenta por debajo y hace daño, que no salgan las cosas como esperabas, que no tengas agua caliente por la mañana, o que la cafetera no funcione. Son, en principio cosas sencillas que a no ser que ocurran todas juntas, no tiene porqué afectarnos gravemente.
Si ocurrió algo malo en el trabajo, si no encontramos aparcamiento, si hay un examen sorpresa, no nos puede estropear el día. Si ocurren esas cosas, controla, cambia tu percepción, modifica el cómo te afecta. Te harás fuerte y no serás una veleta al viento que cualquier cosa cambia tu humor y tu vida. Tenemos que ser algo más que las circunstancias que nos rodean. Pero ¿Cómo hacerlo?
Es muy fácil: mediante el diálogo interior. Siempre abogo por ello. Por lo que nos decimos y contamos interiormente. Por eso, con la misma facilidad con la que nos decimos este día está siendo un desastre, digámonos con la misma intensidad y fuerza que a partir de ahora va a ser maravilloso. Digámonos es verdad que esto no salió como esperaba, es verdad que no encuentro aparcamiento, es verdad que no esperaba que me ocurriera esto, pero a partir de ahora va a cambiar y todo va a ir bien.
No nos inclinemos a pensar siempre en lo negativo, cambiemos esa manera de pensar. Rebelémonos contra la negatividad. Desafiemos ese pensamiento negativo y recurrente que nos dice “hoy tienes un mal día y no puedes evitarlo” Si tienes un mal día, cámbialo. Díselo a tu cabeza, díselo a ti mismo y así controlarás un poco más tu vida.