Tengo mis dudas. No soy ningún experto en psicología ni en sociología. En este espacio, simplemente reflexiono sobre cosas que me llaman la atención, sin que sienten cátedra. Lo cierto es que últimamente he escuchado que para ser felices necesitamos vida social, lo cual me chirrió un poco. Por varias razones: la primera la pandemia que nos aisló de todo contacto social y nos sigue restringiendo esas reuniones sociales. La otra cuestión que todo el mundo da por hecho que la persona más feliz del mundo es un monje tibetano quien, seguramente no será pródigo en relaciones sociales. Entonces ¿la vida social es una clave de la felicidad?

No digo que la vida social no influya en nuestra felicidad, sino que no es necesaria para ser feliz. Entiendo por vida social el tener que salir de fiesta con amigos/as, tener reuniones sociales y encuentros con determinados grupos. Evidentemente, no me estoy refiriendo a vivir aislado como un ermitaño, sólo/a y sin nadie, sino que, como ha quedado patente durante la pandemia, también podemos ser felices con un reducido grupo de personas que, perfectamente puede ser nuestra familia.
Me da que se ha sobrevalorado las relaciones sociales y el conocer a cientos de personas. No digo que no esté mal, sino que no es el paradigma de la felicidad. Tener un millón de amigos no me hace más feliz, tener una agenda repleta de actividades sociales no me hace mejor, ni llevar una vida más plena. En cualquier caso creo, es más necesario, tener unas relaciones de calidad antes que la cantidad.
¿De qué me sirve compartir un día en semana con amigos de deporte, otros con un club de lectura, otro con una sociedad filantrópica, otro de espiritualidad si, a lo mejor no conozco bien a ninguno de ellos? Es preferible, a mi humilde juicio, tener un grupo reducido de personas a los que conozco bien, que me aportan mucho, con los que lo paso bien y poco más.
Vida Social VS Vida interior
Puede ocurrir que, teniendo muchos amigos o mucha vida social, luego sienta un vacío interior, porque esas amistades, esas personas no me aportan todo lo que necesito. Insisto en que no pretendo ni hablo a favor del aislamiento, sino que me parece igual de importante para ser feliz el desarrollar una vida social positiva, como llevar un trabajo interior intenso y continuado. Es decir, dediquemos tiempo no sólo a la exterioridad, a las relaciones sociales, sino también a relacionarnos con nosotros/as mismos. Preguntémonos con tanta frecuencia como a nuestros amigos ¿Qué tal estamos? Saludémonos con la misma alegría, con la que saludamos a nuestras relaciones. No descuidemos nuestro interior, porque somos nosotros mismos los que hemos de encontrar la felicidad y no con las relaciones sociales, por muy buenas que sean.
¿…y por qué buscar fuera lo que tenemos dentro?
¿Qué pasa con nuestras familias? ¿Puede ocurrir a veces que vivamos tanto para lo social, para el exterior que decuidemos la familia? Puede ocurrir que, cuidando a nuestra familia de igual manera que las relaciones sociales, podemos encontrar en ellos la misma satisfacción de una relación social. Pienso en ello, porque en ocasiones las relaciones familiares se deterioran precisamente porque dedicamos más tiempo y energía a cuidar nuestra vida exterior que lo que tenemos en casa. Puede que pongamos mucho interés en mostrarnos bien de cara al exterior y descuidamos a las personas con las que convivimos que, sin duda, son quienes estarán ahí siempre. Cuidemos con igual intensidad a nuestros parientes, a nuestros convivientes.
En definitiva, me parece oportuno concluir con un necesario equilibrio entre la interioridad, cuidar a la familia y las relaciones sociales que tengan todas el mismo peso en nuestra dedicación y tiempo para vivir una vida más positiva y feliz.