Vivimos en la sociedad de la inmediatez. Todo era para ayer o antes. Nos agobiamos, apenas descansamos, porque andamos preocupados con tantas y tantas obligaciones. A veces, quizá mas de la cuenta, nos estresamos cuando de pronto, nos caen muchas tareas al mismo tiempo. Comenzar después de navidad ha sido así. Parece que, como de sopetón, te caen veinte tareas juntas, en la misma semana, reuniones, actividades, algunas, incluso simultáneas y comienza el año sin saber muy bien para donde correr. Sin embargo, cuando según va pasando el tiempo me acuerdo del relato “Veremos que nos trae el tiempo”.

Son de esos cuentos inspiradores y motivadores que leí hace mucho tiempo y que no se me olvidan. Es probable que lo conozcas: Cuenta la historia de un labrador, cuyo hijo trabajando en el campo tiene un accidente y se rompe una pierna. Sus vecinos van a visitarle preocupados y el hombre, mayor y sabio únicamente responde: Veremos que nos trae el tiempo. A los pocos días, su animal para la labranza, un bonito caballo escapa del establo y se queda sin esa ayuda en la labranza: era su ruina. Los vecinos también acuden a prestarle ayuda, pero él sólo responde esa frase: veremos que nos trae el tiempo. Sin hijo que le pudiera ayudar en el campo y sin animal, el hombre no perdía el ánimo ni la sonrisa. Al cabo de unos días pasaron soldados del ejercito reclutando a todos los jóvenes de la comarca para la guerra y no se llevaron a su hijo porque estaba incapacitado. Los habitantes del barrio se lamentaban porque sus hijos se habían ido a la guerra y el hombre continuaba con su cantinela: veremos que trae el tiempo. A las semanas vino de nuevo su caballo, acompañado de una hermosa yegua. Los vecinos se alegraron mucho con la noticia y el hombre sólo decía: veremos que nos trae el tiempo.
Algunas veces nos angustiamos, nos preocupamos en exceso por lo que pude suceder, por lo que no nos ocurre, porque estamos sobrecargados/as, sin saber que hay que dejar actuar el tiempo. No por ir más rápido. No por querer que todo suceda tal como planeamos, será mejor. No porque nos angustiemos, encontraremos mejor solución a los problemas. La vida necesita de sus tiempos y sus espacios. Todo lo que hoy nos angustia, mañana será un recuerdo o una anécdota.
Es difícil no caer en la vorágine de la velocidad de estos tiempos. Aunque sea por cosas sencillas, nos estresamos y nos agobiamos. Por las labores del hogar, por la presión del trabajo o de ambas cosas. Parece como si viviéramos bajo una presión continua, sin ser capaces de actuar como lo hacía aquel labrador. Diciendo: veremos que nos trae el tiempo o, al menos, dejando actuar, teniendo paciencia y viendo que todo sale, que no deberíamos agobiarnos en exceso.
El tiempo es sabio y pone cada cosa en su lugar. Nuestro agobios, nuestra vida precisa de tiempo. Practiquemos el no dejarnos llevar por el río de las presiones y la velocidad en la vida. En caso, quizá sería bueno tomar distancia y confiar en que todo saldrá tal como debe ser, como el tiempo quiere que ocurra. Hagamos como el viejo y sabio campesino: veremos que nos trae el tiempo