Nos presentamos o nos presentan. Escribimos nuestro curriculum, una carta de presentación, nuestros datos en el perfil de la red social, muchas palabras que nos definen, que dicen algo de nosotros/as, pero somos mucho más que palabras, más que cualquier definición que puedan hacer de cada cual o que hagamos nosotros mismos.

Al ser más que palabras, transmitimos mucho más de lo que nos define. Por tanto, más que las palabras, más que las apariencias, es lo que hacemos y cómo lo hacemos. Por mucho que digan o digamos de nosotros, por mucho que nos eleve nuestro curriculum, si luego, en el trato personal no mostramos esas mismas habilidades, pues no sirve de nada.
Hay personas a quien todo le sale mal. Parece que tienen un hechizo que les hace no tener suerte. Creen que todos los demás están equivocados generando malas vibraciones en cualquier lado. Por eso es que, somos más que palabras. Somos aquello que mostramos y que transmitimos.
Hace mucho tiempo me enseñaron que es imposible “no transmitir”, no sólo con el lenguaje oficial: palabras o texto, sino que comunicamos mucho más de lo que pensamos. No es posible poner una sonrisa fingida, no es viable tratar de agradar falsamente, sino que todo nuestro ser es comunicación. Incluso ahora, con la mitad de nuestro rostro oculto por las mascarillas, somos capaces de adivinar cómo se encuentra la persona con la que interactuamos.
¿Como armonizar aquello que transmitimos con lo que nos gustaría ser? La respuesta es muy sencilla: estando en paz. Sintiendo paz y felicidad en nuestro corazón. Cuando guardamos rencor, cuando acudimos a un lugar con desconfianza, cuando pensamos mal de aquella persona con la que hablamos, cuando no tenemos una actitud positiva en general, transmitimos, precisamente, esa negatividad y ella nos viene de vuelta.
Curemos nuestras heridas, busquemos sentirnos bien estando en armonía y en paz con nosotros/as mismos/as es la mejor de encontrar la felicidad y que esa felicidad nos venga de regreso. Porque somos mucho más que palabras….