Cierto. La palabra no existe. Pero la escuché esta semana. Era Safalicidad o algo parecido y de lo que hablaba quien la pronunció era de la felicidad que proporciona tumbarse en el sofá. Más bien, que la felicidad se encuentra en tumbarse en un buen sofá. Es verdad, que no está nada mal, con la vida tan ajetreada que llevamos, que el sofá se un lugar de placer y descanso, pero no debe ser el único. La felicidad, creo, es algo más.

La felicidad yo la entiendo al aire libre, en la naturaleza y no sólo en un sofá o sillón. Es cierto que el descanso durante algún momento del fin de semana o al regresar del trabajo es bastante agradable, pero no debe ser el único lugar de felicidad. Es más, creo que deberíamos huir de la sofalicidad, como principal lugar de placer o satisfacción. Salgamos del sofá y busquemos otros espacios para ser felices.
Es cierto que esta vida nos está arrastrando hacia ese modelo de vida: pasar los fines de semana en el sofá viendo series o televisión. Sin duda, es algo divertido, pero hemos de buscar otros lugares y espacios donde cargar nuestras pilas que no sea únicamente el diván de la casa. La sofalicidad nos encierra en nosotros/as mismos. Nos hace relacionarnos únicamente con el mando de la tele y poco más. La felicidad ha de ser mucho más.
La sofalicidad nos desconecta de las relaciones humanas, del contacto con nuestros seres queridos. Insisto, no digo que este mal, sino que no debiera ser el único lugar de felicidad. Compartamos la sofalicidad con otras actividades al aire libre, en la naturaleza, en el monte o en el mar o con un buen paseo con la pareja o con amigos. Esa es la verdadera felicidad. Que no sea el fin de semana el momento para que únicamente veamos una serie completa de dos mil capítulos, sino que compatibilicemos esa actividad con otras.
Seguro que durante el confinamiento teníamos muchas ganas de salir, de ver a nuestros seres queridos, de ir a la playa, de hacer vida social. Es así porque no tiene sentido la sofalicidad. El sofá representa nuestra zona confortable y hemos de salir de ella, para descubrir nuevos espacios, nuevos lugares, donde aprender y encontrar cosas nuevas que nos den felicidad y alegría para seguir adelante. En el sofá sólo encontraremos la tranquilidad y el individualismo. Salgamos del sofá y busquemos más allá una existencia feliz.