Un viejo dicho nos propone que recoges aquello que cosechas. Si plantas tormentas, cosechas tempestades, dice otra afirmación parecida. Me gusta plantearlo más en positivo: Planta aquello que quieras ver florecer. Pero no se trata sólo de lo que dices o haces, sino también tus deseos y preocupaciones… todo eso que haces con tu vida es lo que florecerá a tu alrededor. Planta en ti, lo que quieres que crezca a tu alrededor.
Hay un relato de crecimiento personal que recuerdo con cariño sobre este tema. Se trata del cuento de los perritos, no sé si lo conocen… Cuenta que cierto día, un perrito paseando por la calle, entró en una casa abandonada. Una vez allí se encontró con otros perros que le miraban desconfiados, le gruñían y le ladraban para que se fuera. Así que rápidamente salió y pensó para sus adentros: “Nunca más volveré a este lugar ¡Qué sitio tan desagradable!”. Al rato, entra otro perro y, le ocurrió justo al contrario, dentro del lugar se encontró con animales amigables, que movían alegremente la cola y miraban con alegría y ganas de juguetear. El perro abandonó el sitio pensando: “Mañana volveré porque este lugar es muy divertido”. La moraleja del cuento es que ambos perros habían entrado en una casa de espejos. Los cristales únicamente habían devuelto lo que ellos transmitían: Así es nuestra vida.
Si quieres que en tu entorno haya paz, alegría, felicidad… tienes que ser una persona de paz, alegría y felicidad. No puedes pedir que el mundo te transmita cosas que no tienes o no eres, porque la vida, simplemente, es un espejo.
Hay algunas personas que van a una fiesta o a cualquier otro lugar y piensan que todo aquello es muy aburrido. Lo que ocurre es que, precisamente yendo a ese sitio con una actitud aburrida, creyendo que lo vamos a pasar mal, cargados de negatividad, no podemos esperar que todo sea felicidad y alegría. Estamos en una gran casa de espejos…
Si quieres alegría, sé alegre, si quieres a tu alrededor felicidad, trata de ser feliz, si quieres paz a tu alrededor, no seas violento. Así de sencillo. ¿No es cierto que, cuando vamos a un lugar desconfiadamente, notamos ese clima de desconfianza? ¿No es verdad que, cuando estamos tensos en una reunión o con una persona, notamos esa tensión en todo el ambiente? Por tanto, no es el lugar el que genera buenas o malas vibraciones, sino somos nosotros mismos los que, con nuestra actitud y forma de ser generamos alrededor ese ambiente. La vida es un espejo, la vida es eco… nos devuelve lo que proyectamos. La vida nos devuelve el fruto de la semilla que plantamos.
Cierto, pienso lo mismo