La vida nos da innumerables oportunidades. No se sabe bien hasta cuando, pero nos sigue dando oportunidades. A pesar de eso, no aprendemos. Pasamos crisis, batallas, problemas y volvemos a cometer los mismos errores. Se da la circunstancia ahora que el planeta se recupera a una velocidad vertiginosa, gracias a que nos hemos quedado en casa, pero no aprendemos esta enseñanza. Otra lección que seguramente nos da este “encierre” es que necesitamos bastante poco para vivir. Ni tanta ropa, ni tanta comida, ni tanto papel higiénico. Es probable que en unos días o unas semanas, volvamos a las andadas.
Hace unos años, cuando la crisis económica de la burbuja inmobiliaria, algunos dijeron: tendremos que aprender y cambiar para que no vuelva a suceder lo mismo. ¿Quién se acuerda de aquello? ¿Hemos moderado el consumo? ¿Se ha incrementado el ahorro? ¿Los ricos han dejado de serlo para compartir y permitir una vida más holgada a los que peor lo pasan? Seguramente a todas las preguntas responderemos que no. Todo ha vuelto a lo mismo. Ahora nos tocaría ser valientes y desarrollar medidas para la protección del medio ambiente utilizando lo menos posible los vehículos, pero seguramente no ocurrirá, porque nos cuesta aprender.
Seguramente este texto parecerá negativo. Pero no lo es, sino que quiero llamar la atención sobre lo que realmente es importante. Y que, de la misma manera, que hemos estado unidos para detener la propagación de la enfermedad, también deberíamos unirnos, para proteger nuestro medio ambiente. Algo que depende de todos/as. Otro aspecto importante es valorar lo realmente necesario y frenar el consumismo, como manera de ayudar a nuestro medio natural.
De toda esta situación podemos extraer cosas positivas, como las ya mencionadas. Podemos vivir con menos y debemos cuidar la naturaleza. Pero seguramente volveremos en unas semanas a lo mismo de antes. Pronto nos olvidaremos y volveremos a tener una nueva oportunidad, porque tenemos la grave dificultad de no aprender de nuestros errores. ¿O si?