Si hay algo que ha quedado claro durante estos días es que no necesitamos tanto para vivir. Ni siquiera ha sido falta, de momento, la tonelada de papel higiénico, sino que lo hemos ido gastando, supongo, poco a poco. Es tiempo de valorar lo pequeño, el día a día, los detalles. Fijarnos y amar esas pequeñas cosas nos pueden dar mucha felicidad cada día. Porque la velocidad, ir deprisa nos hace perder de vista lo realmente importante: los pequeños detalles.

El acostumbrarnos a vivir de una determinada manera hace que no tengamos en cuenta todo lo bueno que nos rodea. Los pequeños detalles tan buenos y gratificantes. Seguramente, hasta hace poco tiempo no le dábamos el valor que tenía a salir a la calle, dar un paseo, salir a caminar, un paseo por el monte, el parque o la playa. Sin embargo, seguro que ahora mismo, si nos dieran esa posibilidad, sería algo absolutamente maravilloso.

Nos acostumbramos a vivir con tanto que perdemos de vista que hay miles de pequeños detalles que nos hacen felices cada día. La luz del sol, la brisa fresca en la cara, la sonrisa y el saludo de quienes encontramos en la calle que ahora echamos tanto de menos. Nos acomodamos a tanto en nuestra vida normal, que me parece que es bueno que de vez en cuando la vida nos sacuda y nos ponga los pies en la tierra, para valorar los pequeños detalles.

Necesitamos poco para ser felices,  simplemente estar vivos. Tener una familia, amigos o compañeros con quienes compartir estos días, aún en la distancia. Seguramente en esto días nos habremos dado cuenta que para vivir necesitamos muy poco. Probablemente estemos valorando mucho más tener salud y estar bien, que no nos haya tocado esa preocupante enfermedad. ¡Ese ya es un motivo suficiente para estar felices! La vida, precisamente, se compone de pequeños detalles, de mínimas cosas que nos dan la felicidad. La enorme felicidad no existe, sino la suma de pequeños detalles de cada día que construyen y completan una vida plena y feliz. No busques la gran felicidad que nunca llega, celebra que necesitamos muy pocas cosas para ser felices.