Hay quien confunde la felicidad con el placer. Hay quien cree que la felicidad es una sonrisa pintada en la cara, otros ponen una sonrisa fingida para aparentar ser felices. Sin embargo la felicidad no es un instante de alegría o placer por un disfrute muy intenso, sino que la felicidad es cuestión de equilibrio.
Los momentos de euforia y alegría no están nada mal. No hay nada como gritar desaforadamente cuando tu equipo mete un gol o dar brincos cuando te dan una formidable noticia. Pero eso, son sólo instantes de placer. En el otro extremo podemos encontrar a quien ante una situación difícil rompe a llorar con facilidad, se desgañita con cada noticia desagradable que recibe o conoce. Sin embargo, la felicidad es algo más duradero, mas equilibrado. Consiste en no ser como una montaña rusa con momentos de euforia y depresión casi continuos. La felicidad, es cuestión de equilibrio.
No quien ríe más o quien hace más jaleo es más feliz, aunque tradicionalmente, al parecer más alegres, hay quien suele sentir admiración por esas personas. Cada vez que oigo personas con gran risotada, hablando muy alto, llamando la atención me acuerdo de un cuento tradicional. Se cuenta la historia de anciano sabio que comentaba a su discípulo al escuchar de lejos las carretas que se aproximaban. Por ahí viene una carreta llena, al rato, decía: ahora se acerca una vacía… más tarde comentaba: ahora viene otra vacía. El aprendiz, extrañado, le preguntó al anciano como podía averiguar desde lejos y sólo por el sonido, la carga de las carretas. El anciano le dijo que era sencillo. Las carretas que venían llenas apenas hacían ruido, su carga las hacía rodar más despacio y con serenidad. Las que estaban vacías hacían mucho ruido sus herrajes y maderas rechinan, por lo que se escucha mucho más. Lo mismo sucede con las personas, apostilló. A veces, quien está lleno, quien es feliz, quien está equilibrado apenas hace ruido. No se le oye es discreto/a, habla bajo, escucha con atención. Sin embargo, también en ocasiones, quien está vacíos/as hacen mucho ruido con enormes risotadas, llaman la atención, como la carreta desvencijada.
No es más feliz quien es el centro de atención, quien siempre quiere hacerse notar y hacer ruido. No es más feliz quien siempre sonríe o parece siempre alegre. No es cuestión de estar siempre en lo alto de la ola, ni en el fondo del mar, sino de buscar el equilibrio. Con las alegrías y tristezas que nos da la vida, pero tomando cierta distancia. Disfrutando de esos momentos buenos y malos, aprendiendo de ellos y siendo resilientes. Un equilibrio que nos permita aprender de lo bueno y lo malo, disfrutar de cada infante, viviendo el presente. La vida es precisamente hallar el equilibrio de las fuerzas que nos empujan hacia abajo o hacia arriba. La felicidad cuestión de equilibrio.