Vivir en sociedad tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Probablemente uno de los mayores inconvenientes consiste en tener que ser como los demás esperan de nosotros/as. La vida en sociedad hace que adoptemos unas costumbres, una forma de ser que a veces no son lo que realmente queremos o pensamos. Precisamente el tener que fingir, tener que ser lo que los demás esperan, hace que nos sintamos frustrados e infelices.

La mayor felicidad es cuando tu corazón y cabeza están de acuerdo. Cuando concuerda aquello que piensas y lo que haces. Sin embargo, el mayor descubrimiento personal es considerar y creer que somos aquello que queremos y no lo que los demás esperan de nosotros, que podemos ser cualquier cosa que nos propongamos, dentro de nuestras opciones. Podemos elegir ser guapas/os, como nos vestimos, que queremos…

No eres guapa o guapo, no eres feo o fea. Eres tú. Y eso es lo más importante. A veces vivir en sociedad nos impone unos cánones muy caros en los que sólo vale la belleza estandarizada en unas medidas determinadas. Lo mejor, es sentirte bien contigo mismo/a. Eres guapo/a si quieres serlo. Nada ni nadie debe decirte como has de sentirte por tu aspecto físico, por tu forma de ser o vestir. Se genera un gran debate ideológico sobre que cosas enseñar en la escuela, se habla de tolerancia, respeto y, sin embargo, aceptamos sin miramiento la tiranía de los cánones de belleza y la moda. Se rechaza a la persona que no cumple con las medidas exigidas o quien lleva una talla inadecuada, debemos vestir, comer lo que es políticamente correcto y no se valora su capacidades y cualidades que es lo verdaderamente importante.

Eres lo que quieres y no lo que los demás te quieran imponer. Eres lo que dice tu corazón que, si está de acuerdo con lo que haces, lo que piensas y como lo vives, será absolutamente maravilloso y serás muy feliz. Por el contrario, fingir, tratar de ser lo que los demás esperan, vestir como impone la moda, ser como todos esperan, únicamente nos despersonalizan y nos hacen insatisfechos e infelices con nuestra vida.

Sé lo que quieras ser, desde lo más profundo de tu corazón. Pregúntate si realmente eso es lo que quieres con tu vida, con lo que haces y lo que dices. Si no es así, algo debería cambiar para encontrar la felicidad, para ser lo que realmente quieres. Pero si de verdad eres y haces lo que tu corazón te pide, ¡felicidades!, eres feliz.