Un valor llamado perseverancia

Es probable que la comodidad en la que nos hemos instalado, nos haya quitado las ganas de luchar. A veces, no es necesaria la lucha, porque todo es relativamente fácil de conseguir. Cualquier cosas que nos propongamos es posible. Si quieres tener algo caro, lo puedes comparar y pagarlo fácilmente. Si buscas la casa de ensueño, también se puede financiar. Así no es necesario luchar ni perseverar por nada. Simplemente pedimos y ya está. Así de fácil.

el valor de la perseverancia

Sucede de forma parecida con los niños y jóvenes. Aprenden desde pequeños que para conseguir algo sólo es necesario pedirlo o armar una pataleta en una tienda. De este modo, se pierde el valor de la perseverancia, la lucha, la búsqueda para conseguir algo. Nuestros padres y abuelos sí que conocieron lo que suponía luchar por algo. Vivieron en tiempos difíciles en los que para conseguir salir adelante tenían que perseverar y luchar mucho.

No es que desee que vuelvan tiempos pasados, sino recuperar el valor de luchar por aquello que vale la pena, que parece que se ha perdido. Apenas empezamos el camino y encontramos algún tropiezo, abandonamos. Dejamos la partida porque perdemos la primera batalla o porque nos encajan el primer gol. A veces, no luchamos, sino que nos hundimos y abatidos dejamos de seguir nuestros sueños por un mínimo fracaso.

Es especialmente llamativo cuando nos acostumbramos a no perseverar y convertimos nuestra vida en una vida triste, insípida, aburrida. ¡Recuperemos el valor de la perseverancia, luchemos paso a paso por aquello que queremos! Pongamos cada día un granito de arena para conseguir nuestras metas. Valoremos la perseverancia como un valor fundamental para fortalecer nuestro espíritu y nuestra vida. Nos haremos fuertes por dentro cuando luchamos, cuando perseveramos. Hace años estaba muy de moda ir llenando una botella de plástico con monedas para conseguir el viaje o un objeto determinado. Aquella botella era símbolo de perseverancia. Su transparencia nos iba indicando que cada moneda que introducíamos nos acercaba un poco más a nuestra meta. Algunos decían «cuando la botella esté llena tienes 30.000». Un montón. Algunos no lo conseguían, otros rompían la botella a la mitad. Pero los que perseveraban, tenían el premio: un gran espíritu de lucha y la consecución de aquello que habían previsto. ¡Recuperemos ese valor, perseveremos!

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