El egoísmo de la infelicidad

Se nos ha vendido la idea que para ser feliz primero debo ser yo, luego yo y para finalizar yo. Probablemente sea una deformación de una propuesta que nos invita a que para ser felices, hemos de tener buena autoestima y estar bien con nosotros/as mismos. Obviamente, nadie puede transmitir ni hallar felicidad si interiormente no se encuentra bien. Sin embargo, desde el punto de vista del consumismo, esta idea se pervierte para invitarnos a ser felices únicamente haciendo lo que nos place: Si te hace feliz algo, cómpratelo, para ser feliz tienes que tener muchas cosas nuevas y modernas, olvidando a los demás, la relación con los otros/as.

ser positivo el egoismo de la infelicidad

Una vida pensada para vivir únicamente pensando en uno/a mismo/a no nos da la felicidad. Hay muchas razones para creer que es así: Porque vivimos en sociedad, la entrega a los demás nos hace felices, el consumo únicamente genera felicidad temporal y porque no estamos solos. Desarrollaré estas ideas brevemente.

Vivimos en sociedad. Nos necesitamos unos a otros. Por tanto, no podemos ser del todo egoístas. Habrá que ceder el lugar a alguien, tendremos que ayudar a quien nos lo solicita, algún compañero/a de trabajo, estudios o grupo en el que nos encontremos, nos pedirá ayuda y, probablemente la daremos gustosamente. Si alguien nos reclama porque busca una dirección se la daremos. Precisamente las personas desde lo más antiguo, se agrupaban para cooperar y vivir mejor: Necesitamos vivir juntos y ayudarnos.

La entrega a los demás nos hace más felices. Hay quien dice que existe más felicidad en dar que en recibir. Precisamente uno de los pilares de la felicidad es el altruismo. Comprometerse en una actividad de voluntariado no sólo mejora el mundo, sino que nos produce alegría y felicidad por ver que somos capaces de ayudar a otros. Por tanto el egoísmo en este caso no tiene ninguna cabida. Si quieres ser un poco más feliz, enrólate en una actividad de voluntariado, ayuda a los demás de forma continua.

El consumo genera una felicidad muy temporal. A quien único beneficia esta idea egoísta es al mundo del consumo. Para ser feliz tienes que darte placeres. Si quieres algo cómpratelo en cómodos plazos, date el gustazo de un viaje, te lo mereces… pueden ser eslóganes que vemos en cualquier campaña de publicidad. Apelando al individualismo como fuente de felicidad. Sin embargo, esa felicidad dura poco. Son como los juguetes de reyes, durante unos días son una maravilla, pero luego acaban apartados. Muchas veces sustituidos por una salida con amigos, por un juego con otras personas, porque realmente nos necesitamos. La verdadera felicidad está en los demás, en compartir.

No estamos solos. Desde que nacemos estamos acompañados. El ser humano es una especie que no subsistiría si no contara con el cuidado y el apoyo de otros en los primeros instantes de vida. Tenemos una familia, con posterioridad ese vínculo se cambiar por el de las amistades y luego nace otro nuevo que es el de la propia familia. Siempre acompañados, siempre con otras personas.

Por tanto, el egoísmo no tiene sentido. El pensar que primero yo y mi felicidad, sólo yo y nadie más, únicamente nos hace personas hurañas y solitarias. Nadie querrá estar con nosotros. Establezcamos lazos de unión con los demás, celebremos cada encuentro con otra u otras personas. El egoísmo, por mucho que nos quieran decir, nos hace personas más infelices. ¿Cuándo dos niños pelean por un juego y uno de ellos vence, acaban siendo más felices que cuando jugaban juntos? Seguramente no. Los dos serán infelices. Cuando jugaban los dos estaban más contentos. Así nos pasa a nosotros, cuando compartimos, cuando convivimos, como muchos más felices que encerrados en nosotros mismos.

Anuncio publicitario