La vida son elecciones. Cada día tenemos que tomar decisiones. Unas más sencillas otras más complejas. Muchas cosas son las que nos influyen a la hora de tomar ciertos caminos. La cultura, nuestra vida personal, forma de ser, estudios, posición, etc. son factores que nos influyen. Sin embargo, de manera general, en ocaciones nos condiciona de una manera poderosa el miedo. Así elegimos algo por miedo a…, por no tener que pasar por… De esa manera nuestra existencia se convierte en una vida templada, aburrida, llena de una serie de elecciones mediocres, que nos llevan a posiciones mediocres.
Para elegir bien hemos de ser valientes. Dejar de hacer cosas por miedo al que dirán nos conduce al un camino triste. Tenía la opción de estudiar o trabajar en … y no lo elegí por miedo a suspender, por miedo a la dificultad. Con lo cual vamos eligiendo el camino sencillo y llevaremos a una vida tranquila pero sin ser vivida, sin emoción. Como una especie de «triste vida». Precisamente la vida —como propone el refrán— se compone de aquellos momentos que nos dejan sin aliento. Nos acordamos y valoramos más aquellas cosas que nos cuesta conseguirlas que las que nos vienen sin esperarlo o no nos cuestan nada o vienen por un camino sencillo.
El miedo no debería ser un aspecto a la hora de hacer nuestras elecciones. Por que el miedo nos paraliza, nos detiene no nos deja avanzar y nos hace caminar en otra dirección. Hemos de conseguir las cosas caminando junto al miedo. El miedo nos puede ayudar. Nos mantiene alerta, pero no nos debe hacer huir en dirección contraria o hacer tomar otro camino.
Elegir los caminos complicados, nos hace crecer y nos permite aprender en el viaje. Elegir el camino sencillo, en cambio, no nos proporciona casi nada. Cuando nos tropezamos, cuando caemos, cuando encontramos dificultades en el trayecto es cuando aprendemos y tomamos experiencia para vital para seguir adelante. Eligiendo el camino complicado, el difícil, seguramente nos costará más, pero será mas rico en vivencia.
Elegir el camino fácil es como el que hace una maratón en coche, o una peregrinación con un transporte. Si pasará por los mismos lugares, visitará y parará en los mismos sitios, pero el aprendizaje y la vivencia no será igual. No vayamos por el camino fácil sólo porque nos da miedo el otro. Hagamos el viaje de manera valiente, luchando con el miedo y aprendiendo y disfrutando de las vivencias que nos proporciona.
Me encanta!!!!!