En la entrada del verano y con la noche de San Juan llegan una noche llena de ritos para la felicidad, en búsqueda del bienestar personal. Saltar hogueras, quemar lo malo, baños purificadores, son propuestas donde no se percibe bien la diferencia entre lo real y lo mágico, la hechicería y la esperanza en un futuro mejor. Ante ese día tan especial del solsticio de verano, cabe preguntarse ¿Es correcto realizar esos rituales en busca de la felicidad? ¿Es bueno para nosotros?
Recuerdo de pequeño realizar alguno de esos rituales por tradición. Nuestros mayores nos explicaban cosas que se hacían para saber el nombre de la persona amada, o si realizarás algún viaje o cuál ser el futuro. En aquel momento se mezclaba el juego con la magia y la inocencia buscando sobre todo, la diversión. Al menos así lo recuerdo. Algunas personas hoy en día siguen haciendo algunos rituales con la esperanza de que su vida cambie a partir de esa noche mágica. ¿Ser así?
Muy probablemente nada cambiará el 24 de junio o el 25, si no hay una determinación personal para que así sea. No podemos esperar milagros como si se tratase de la lotería. Por eso, alguno de esos ritos que podemos hacer en esos días podrían funcionar si van apoyados con una decisión personal de cambio. Por ejemplo, algo bastante tradicional: quemar lo viejo, debería ir acompañado al día siguiente de una decisión personal de continuar en esa línea. Si en esa noche, decido quemar, pongamos, mi mal humor, al día siguiente debo recordar lo que hice y continuar en esa línea. Los rituales que se hacen en esa noche, exigen normalmente al día siguiente la comprobación. Por tanto, es lógico que en esa comprobación se acompañe de una voluntad de cambio.
¿Qué cosas quieres cambiar o mejorar en tu vida? Realiza la lista y a por ello, no esperando únicamente por algo mágico, sino con el apoyo y determinación personal de cambio.