Es una pregunta que ha rondado mi cabeza desde siempre. ¿Cómo es posible que sabiendo lo que nos hace felices nos empeñamos en amargarnos? No hay más que mirar a nuestro alrededor para ver personas enfadadas, negativas, tristes que no disfrutan de la vida, es algo incomprensible, cuando sabemos, o nos dicen por activa y pasiva lo que hemos de hacer para tener una vida feliz y plena. Podría ser una actitud como de Kamikaze o como quien conoce el remedio para curar su enfermedad pero no se lo toma. ¿Realmente las personas no quieren ser felices?
Hay quien dice, con bastante razón que con unos sencillos cambios en nuestra vida podemos encontrar la dicha y plenitud: Desarrollar la interioridad, hacer deporte, ayudar a los demás a través de alguna organización, aprender algo nuevo cada día, dormir bien, relacionarte con los demás, son ingredientes que nos ayudan a sentirnos más felices y satisfechos/as. Sin embargo, hay personas que no lo consiguen ¿Por qué?
Creo que una de las claves es la primera propuesta que cite en la lista anterior. Desarrollar la Interioridad. ¿Por qué? Algunos hablan de la atención plena, practicar algún tipo de religiosidad, porque son espacios en los que conectamos con nosotros mismos. Sólo mediante el desarrollo interior somos capaces de darnos cuenta si debemos hacer deporte, apuntarnos a un voluntariado, aprender algo o relacionarnos con los demás. En un mundo invadido por las prisas y los ruidos, la música, la televisión y las redes sociales, es probable que no demos tiempo a darnos cuenta y reflexionar sobre lo más importante de nuestras vidas.
Las listas o tips, para ser felices están muy bien pero hay que ponerlos en marcha, es como una dieta o hacer deporte. Si no reflexionamos bien sobre el deseo de cambiar hacia un hábito saludable, será imposible ponerlo en marcha, quedará simplemente en unas intenciones que empezamos un determinado día y que concluyó a las primera de cambio. Hemos de tener tiempo para detenernos, parar, reflexionar y revisar si queremos seguir con ese proyecto de vida que emprendemos.
Por eso la respuesta a la pregunta en cuestión es precisamente alejarnos del ruido, parar, reflexionar y analizar nuestra vida para cambiarla. Yendo a toda prisa en mundo de agobios y ruidos, no nos permite ser felices. De la misma manera que nos agrada un tratamiento de belleza, o un tiempo de deporte, deberíamos detenernos y reflexionar durante unos minutos cada día. Personalmente me gusta la hora del mediodía para este ejercicio, porque me sirve para cargar pilas y enfrentar el resto de la jornada. Aunque, no cabe duda que cualquier momento es bueno para detenernos y reflexionar para poner en práctica una vida más feliz y mejor.