Comenzamos un año y, para algunos, es el inicio de otro círculo o espiral que se cierra cada vez más. Se escuchan ahora las mismas consignas: hay que bajar de peso, otros ya piensan en carnavales, vuelta a la rutina, otra vez lo mismo. Para algunos, parecen estar atrapados en un círculo vicioso del que no se puede salir. Sin embargo, para escapar de esa visión catastrofista de la situación, sólo queda una alternativa, ser capaces de cambiar, tener el valor de tomar la decisión de…
Decidirte a hacer deporte (si te apetece), si no, no pasa nada. De ver la tele, de leer, de jugar, de cantar o bailar. Lo importante es tomar conciencia que nuestra realidad la modela cada cual. No hay nada prescrito. Este año no tiene, ni debe ser igual al anterior. Es más, cada día, es diferente al anterior. Cada domingo y cada lunes. Caer en el hastío y la rutina es lo peor que le puede suceder a una persona. Por tanto, la solución es tomar decisiones. Las que queramos, pero tomarlas. Incluso cuando no tomamos decisiones, hacerlo de manera consciente y libre.
No hay nada más terrible que dejar que la vida acontezca como algo inevitable que tiene que suceder sin remedio. No hay nada peor que tratar de escapar a las semanas esperando que llegue el viernes, sin hacer nada, sin decidir nada, sin cambiar, crecer, sin modificar nada, sin aprender, disfrutar, vivir, celebrar cada instante.
Tenemos que tomar la decisión de vivir, de celebrar la vida por cada momento que se nos regala. Cada instante es absolutamente maravilloso y no vuelve. Tomemos decisiones y decidamos vivir la vida. No como una rutina, un círculo o una espiral, sino como una aventura a descubrir. Pero no pasemos por la vida distraídamente, como si este tiempo no nos perteneciera, sin decidir nada, dejando que los demás hagan todo por nosotros. Contagiémonos de optimismo, respiremos hondo y tomemos la decisión de vivir cada instante con alegría y positividad.