Desde muchos círculos se nos propone como forma de ser feliz: vivir el presente, nada más. Sin embargo, hay quien cuestiona este idea porque no podemos deshacernos de nuestro pasado, porque nos constituye, nos forma y nos hace llegar hasta donde estamos hoy. Tampoco es demasiado viable no mirar hacia el futuro porque debemos marcarnos metas y objetivos en nuestra vida. Además,, normalmente asumimos compromisos a largo plazo: una compra, un contrato, que nos obligan en un largo periodo de tiempo.

Entonces ¿Cómo entender la frase «vive y disfruta sólo el presente»? La idea que tengo está más bien relacionada con la atención plena. Bien como ejercicio de meditación o simplemente como propuesta para la vida: Atender a aquello que estamos haciendo. ¿Es frecuente que veamos una película mientras estamos con el móvil? ¿Es probable que mientras estamos en el trabajo pensemos en lo que tenemos que hacer luego? ¿Puede ser que mientas hablas con alguien en tu cabeza rondan ideas de una tarea pendiente? Si mayoritariamente las respuestas a estas preguntas son afirmativas, no estás viviendo el presente.
Entiendo vivir el presente como prestar atención o, al menos la mayor parte de la atención a aquello que hacemos. Es verdad que hay actividades que son compatibles perfectamente y no le quita el valor a,ese instante; tal como, conducir y escuchar la radio, el deporte y la música… Pero es verdad que en esta sociedad nos estamos acostumbrando a vivir demasiado acelerados y no disfrutamos a cada momento de lo que hacemos.
Si una película te gusta: deja todo, móvil, libro, revista, lo que tengas a mano y céntrate en la película y disfruta. Si quieres cultivar bien una amistad, entonces durante la conversación, procura centrarte en lo que te están contando y en lo que conversas y olvida el resto de estímulos. Es verdad que no es fácil. Pero todo se consigue con práctica. Una práctica que es relativamente sencilla: cuando aparezca algún estímulo ajeno a aquello que estás haciendo, míralo, habla con él y dile que no te interesa, que estás haciendo otra cosa y te centras nuevamente en el presente.
Desarrollando la atención en el presente disfrutaremos más de lo que hacemos y seremos mucho más felices, porque aunque el pasado y el futuro están en nuestra vida, no nos agobian, porque estamos atendiendo y disfrutando de lo que estamos haciendo ahora mismo.