Así dice el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que somos los españoles. Lo cual no está nada mal, sobre todo en lo referido a la felicidad de la que tanto se habla y se escribe. El dinero debe ser un medio y no un fin, por tanto no ha de ser lo más importante y lo de la pareja, es algo más controvertido; porque como dice el proverbio, a veces más vale solo, que mal acompañado. Pero, en el otro lado de la balanza se sitúa la necesidad de compartir y vivir con otras personas el trayecto de nuestra vida.
Que las personas nos consideremos felices lo valoro positivamente, porque aunque el CIS sitúa la tasa de felicidad en un 85% de la ciudadanía, un dato que seguramente no será real, sí que es importante tener esa meta en nuestra vida, o considerarnos personas felices, aunque no lo tengamos todo. El que respondamos «SI, SOY FELIZ», es un buen comienzo para serlo. Lógicamente, quien se considera deprimido, triste o infeliz, no le será fácil conseguir ese grado de plenitud.
Lo que no está del todo claro es el concepto de felicidad. Porque para algunos que han respondido la encuesta del CIS, pensarán que la felicidad está disfrutar de las vacaciones o fines de semana, para otros será el compartir tiempo con la familia, habrá quien valore su trabajo o realización personal como fuente de felicidad, otros el dinero y pertenencias… y así, podríamos hacer una lista interminable. Sin embargo, creo que poco importan los concepto si yo me considero feliz.
Curiosamente, al buscar el concepto «felicidad» en el diccionario, nos encontramos en su primera acepción: «Estado de grata satisfacción espiritual y física». Precisamente, siempre he apostado por el desarrollo espiritual. Lo considero un aspecto fundamental, aunque desde muchos ámbitos no se tenga en cuenta. Así, estoy totalmente de acuerdo con el diccionario en que habríamos de procurar ese desarrollo, de forma especial, a través de la interioridad. Porque es un campo que, desde muchos ámbitos se nos niega, porque para ser feliz: haz de tener el último móvil, disfrutar de unas vacaciones increíbles, salir de fiesta los fines de semana, tener un coche genial… Sin embargo, eso no es felicidad. Este difuso concepto, pasa entre otras cosas, por el desarrollo o satisfacción espiritual. Recurriendo nuevamente al diccionario, «espiritual», lo define, entre otros como «poco interesada por lo material». Por tanto, la verdadera felicidad no ha de encontrarse en lo material.
Por tanto, lo que nos dice el CIS es completamente lógico. Podemos y debemos ser felices a pesar de tener poco dinero. O lo que es lo mismo «la felicidad no la dan las cosas», sino nuestra interioridad y desarrollo espiritual. Tratemos de ser felices. Desarrollarnos espiritualmente implica, si no se practica una religión determinada que nos guía, simplemente parar un rato cada día, en el momento en el que lo consideremos más oportuno (a mi me gusta la mitad del día), para meditar, hablar con nuestro «yo interno» y buscar nuestra fuente de felicidad.