Nuestra vida a veces se convierte a veces, en una carrera alocada sin destino visible, donde cada día emprendemos decenas de actividades en el hogar y fuera de él, con abundantes compromisos, actividades, trabajos, deporte… Se acerca la Semana Santa que quizá sea un tiempo propicio para detenernos, parar y reflexionar si es que no lo hacemos diariamente.
Cada día deberíamos tener momentos de pausa. Algunos identifican ese espacio con la siesta, cosa que no está nada mal. Las vacaciones, en verano, también son otro espacio de pausa. Sin embargo, no podemos esperar tanto para tomarnos un necesario respiro, sino que deberíamos parar con más frecuencia.
La carrera alocada que llevamos cada día no nos conduce a ninguna parte, sino a tener más y más estrés. Con lo que nos vamos sintiendo cada vez más cansados e incluso deprimidos. Porque nos levantamos cada mañana desayunamos a prisa, hacemos las tareas del hogar, vamos al trabajo donde miles de asuntos nos esperan. Volvemos a casa, nuevamente otros trabajos requieren nuestra atención, deporte, compromisos, actividades, vida social… Así que llegamos a la cama derrotados para empezar nuevamente ese mismo ciclo al día siguiente y así día tras día.
Para aliviar esta tensión acumulada, tenemos los fines de semana o las vacaciones, pero no podemos esperar tanto tiempo para tomar un descanso o respirar. Desde hace unas semanas empecé y con interesante éxito a tomarme unos minutos al mediodía para parar. Descansar. No hacer nada de manera consciente. Aunque no es igual que dormir la siesta, porque procuro no dormir, la intención sobre todo es respirar, parar y volvernos a sumergirnos en las tareas cotidianas. La verdad es que los resultados son bastante interesantes. Porque aunque la actividad no ha cambiado, la forma de afrontarlas si. No hay tanto estrés ni tanto cansancio.
Estamos en semana Santa y tenemos unos días de descanso. Quizá sería el momento apropiado para probar a descansar. Deja los agobios a un lado y simplemente detente y respira. Puede ser un momento adecuado para empezar a poner en marcha esta actividad. Parar durante unos minutos cada día. Por tanto, recomiendo parar, detenernos unos minutos cada día: respirar, meditar, parar en medio de la jornada, como si fuera unos momentos de tomar aire antes de volvernos a sumergir en las actividades cotidianas, como forma de eliminar tensiones y reducir estrés. Fantástico. ¿Te atreves a parar?