Varias cadenas me han llegado pidiendo que se dé una información a quien las envía sobre lo que pensamos de ella. Eso confirma, una vez más la necesidad de reconocimiento y vida social que precisamos las personas. Somos seres sociales y necesitamos ser reconocidos, valorados y reconocidos por las personas que nos rodean.
Una vida anónima no es buena. Al menos en un entorno pequeño y próximo necesitamos ser reconocidos y valorados. No tener ese tipo de relación con los demás, nos aboca a la infelicidad y la depresión porque somos seres sociales, necesitamos de los otros.
Sin embargo, esa necesidad debe ser equilibrada. Es decir, no es bueno buscar siempre el reconocimiento y valoración de los demás, sino que debe guardar cierto equilibrio. Esperar únicamente que los demás nos valoren, nos lleva a ser «marionetas» en manos de los demás, haciendo que nuestros sentimientos estén a merced de lo que otros opinen de mi.
El reconocimiento y valoración personal debe ser fundamentalmente interna. De manera que si tu no te valoras, tampoco te valorarán los demás. Tienes que creer en ti, en lo que haces y en lo que eres. De forma que exista esa doble alimentación: de tu autoestima y del reconocimiento exterior, de lo que digan de ti. Entendiendo por externo aquello que podamos modular. De forma que, si alguien dice: no me gusta que regales flores, lo lógico es que no le llevemos un ramo cada vez que vamos a visitarle. Por otra parte, si sabemos que a alguien no le gusta que hables de fútbol, lo lógico es buscar otros temas de conversación.
Por eso, la necesidad de reconocimiento, debe ser únicamente informativa. Para darnos pautas de de lo que agrada de nosotros a los demás y, en su caso, para mejorar nuestra inteligencia social, pero nunca debería ser lo único que gobirne nuestras vidas. El reconocimiento personal comienza en ti. Si crees en ti y en tus posibilidades los demás también creerán.