Es frecuente escuchar me hicieron sentir fatal. También hay quienes dicen que se sienten mal en compañía de algunas personas. Otros afirman sentirse agobiados en determinadas situaciones. Sin embargo, debemos tener la certeza de que nadie nos puede hacer sentir nada que nosotros no queramos. Porque nuestros sentimientos son nuestros y no de las circunstancias externas.
Somos dueños de nuestros sentimientos. Es más, no podemos ni debemos permitir que sean aleatorios o que estén a merced de las circunstancias. Quien único decide como nos sentimos somos nosotros mismos. No obstante, este aprendizaje no es fácil porque generalmente nos dejamos llevar por factores externos sin aprender a ser nosotros mismos los que decidimos sobre nuestro interior. Además, se nos enseña que en determinadas circunstancias hemos de sentirnos mal y en otras bien, desde pequeños sabemos que son situaciones alegres y cuáles son tristes y parece que es algo que no podemos cambiar, sino que debemos aceptar sin ninguna reflexión personal.
Ser capaz de cambiar nuestros sentimientos es una prueba innegable de madurez personal y de superación. Puesto que quien no es capaz de superar determinadas situaciones seguramente se queda atrapado en un momento de su vida que no es capaz de superar. Lógicamente, hay situaciones muy graves que son difíciles de vencer y que nos marcan de por vida. Sin embargo, no tiene demasiado sentido quedarnos atrapados en ella. Es lógico que con cierta frecuencia las recordemos, pero debemos seguir adelante y superarlas.
Por si fuera poco, existen en nuestro entorno personas que, por sus circunstancias personales, al no vivir una vida como desean, no hallar la felicidad, etc, se empeñan en tratar de hacer sentir a los demás de la misma forma. Nos quieren hacer sentir mal como autoafirmación de lo que ello sienten. Por eso, debe ser una ley de vida madura: Nadie nos puede hacer sentir algo que nosotros no queremos. Si alguien está pasando un mal momento, podemos acompañarle, escucharle, ponernos en su lugar, tratar de comprender, pero lo que no deberíamos es tratar de sentirnos igual, porque nuestros sentimientos son exclusivos y personales. Nadie puede sentirse como me siento yo.
Para ser positivo y disfrutar de la vida hemos de tener nuestros propios sentimientos y no lo que los demás nos dicen que hemos de sentir. Nadie me puede hacer sentir mal porque así lo pretende, para demostrar su superioridad. Yo soy dueño de mis emociones y de mis sentimientos. Quien no esté convencido de ello, no podrá llevar una vida plena y feliz, siendo víctima de las circunstancias. Y debiéramos repetir a modo de jaculatoria «yo soy dueño de mis sentimientos» cada día. Yo elijo estar feliz