La llamaban la loca

En el barrio la conocen como «la loca» o «Juana la loca». Ciertamente es una mujer diferente. No hacía lo que todos. Saluda por la calle, siempre sonríe, se para en cualquier esquina y habla con cualquiera. Vive sola y dicen que su casa es un caos, todo desordenado, pero ella siempre encuentra lo que busca y tiene sólo lo que necesita.

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El apodo se ha extendido tanto que pocas personas saben su nombre. Se llama Isabel y enviudó joven, sin hijos y, debido a sus «excentricidades» la poca familia que tiene, no quiere saber nada de ella. Vive gracias a la mínima pensión de su marido.

Cada mañana sale a pasear y saluda a todos los que se encuentra en el camino. Se detiene para preguntar cualquier nimiedad ¿está la tienda abierta?, ¿tiene usted hora? Y siempre sonríe, no para de sonreír. La mujer también hace halagos a quien ve por el camino. Así, felicita a quien tira la basura en la papelera, al que cede el paso, a las parejas que van de la mano, Siempre tiene tema de conversación y saluda incluso a los conductores de los vehículos que no hacen caso. Los que la conocen gritan: ¡adiós loca! Y ella se ríe, siempre sonríe.

Sus rutinas diarias son sencillas, paseo mañana y tarde, preparar poca comida, alimentar a algún gato que, por temporadas, visita su hogar, dormir buenas siestas… Le apasiona la lectura, tiene cientos, quizá miles de libros amontonados por toda la casa. Algunos los regala dejándolos en algún lugar público, para que tengan más vida. También le encanta el mar. Se pasa horas y más horas mirando como las olas golpean en la playa cercana.

Seguramente por eso, porque le encanta la lectura, porque se la ve sola, porque la ven en la playa mirando el mar o porque se la ve feliz muchos piensan que está loca. Sin embargo, yo creo que es muy feliz y siempre la saludo con una gran sonrisa y me paro a hablar con ella cuando me pregunta la hora o si la tienda está abierta. No por pena, ni compasión de una mujer sola, sino porque la veo feliz, tremendamente feliz, aunque para el resto sólo sea una loca.

La sociedad nos impone unos cánones de felicidad o alegría que no se corresponde con la verdadera dicha. Para mi, sinceramente, Isabel es verdaderamente feliz, se le nota en sus ojos, en su forma de sonreír, en su expresión. Toda ella irradia alegría, aunque muchos la llamen la loca.

Me pregunto muchas veces ¿cuál es la diferencia entre la locura y la felicidad? ¿Quienes están más locos los que hacen todo lo correcto y aparentan bajo una sonrisa cierta alegría o los que simplemente hacen lo que su corazón les dice? ¿Quienes es más feliz «Juana la loca» o los que se ríen de ella?

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