Es una estrategia interesante para utilizar con nosotros mismos porque, a veces le damos demasiada importancia a las cosas que no lo tienen; lo cual, genera malestar y quebraderos de cabeza innecesarios. En cambio, si le damos un valor relativo o con poca importancia es posible que consigamos un mejor bienestar personal.
¿Cuántas cosas insignificantes han arruinado nuestro día? Seguro que si nos ponemos a repasar encontramos alguna. Es probable que alguna mañana me haya levantado de muy buen humor, pero en el desayuno, se rompe algún utensilio, nos manchamos la ropa, encontramos tráfico cuando vamos al al trabajo y, a partir de entonces, nuestro día es una tragedia. Frente a esta actitud de darle mucha importancia a todo lo que nos sucede, es preferible a veces, para nuestro bienestar, darle un valor relativo o mínimo.
Personalmente, cuando se me rompe un plato, vaso o cualquier elemento de la vajilla, siempre pienso ¡qué bien, ya no hay que fregarlo más! La otra fórmula o pensamiento más negativo sería: ¡ahora tengo que recoger todo esto!, ¡era mi taza preferida! ¡Ahora tendré que comprar otra! Y otro montón de expresiones que frecuentemente pensamos y que no generan nada positivo en nosotros.
Minimicemos las cosas, siempre que sea posible, incluso cuando sea una cuestión grave. De esa manera podremos avanzar. Cuenta un relato de crecimiento personal la historia de un hombre al que hirieron con arma de fuego en un atraco. Cuando llegó al hospital gravemente herido pero consciente, el médico le preguntó: ¿es usted alérgico a algo? A lo que el hombre respondió: Si, a las balas. Todos rieron y naturalmente el hombre se salvó. Lo normal, seguramente, en este tipo de heridas es que nos dé muchísimo miedo y que mostremos una actitud muy negativa, lo cual no conduce a nuestra curación.
Dicen algunos entendidos, siguiendo con el tema médico, que nuestra actitud es fundamental frente a cualquier dolencia. Hay quienes se mueren con un catarro y otros, en cambio, que están felices con un cáncer. Minimizar las cosas, darle un valor relativo puede ayudar mucho a buscar una solución. Cometemos el error de centrarnos en el problema, en lo que nos duele, en lo que nos molesta… pero nos cuesta centrarnos en la solución. Minimicemos las cosas, centrémonos en la solución, seamos positivos, como forma de llevar una vida más satisfactoria y plena.