Para los misioneros de aquí

Durante este verano he tenido noticias de personas que viajan lejos para ayudar en otras regiones. Una maravillosa labor que desarrollan como misioneros o embajadores de una sociedad en la que se vive muy bien y que desea compartir lo que tiene con los más desfavorecidos. Sin embargo, siempre he pensado que en nuestro entorno hay mucho por hacer antes de embarcarse en ayudas lejanas.

jesus marrero Ayuda a la comunidad

No critico a quienes toman la decisión de viajar, incluso con sus familias numerosas, a lugares empobrecidos y desfavorecidos por este mundo tan desigual e insolidario. Más bien se trata de considerar que en nuestro entorno hay mucho por hacer y, por suerte, muchas personas están trabajando silenciosamente en nuestro entorno y no son tan «populares» porque su labor, su misión está aquí, está entre nosotros, calladamente.

La crítica si es para los que valoran y elogian lo que hacen esas personas que se van lejos y, sin embargo, me parece que no se reconoce adecuadamente la labor de los que trabajan aquí, a pie de obra, de forma continua, sin pausa, durante todo el año, sin vacaciones. Vemos como aparece en los diarios, en las noticias, se difunde con enorme facilidad que un grupo de personas se van durante unos días ayudar en África, o en una misión  a Sudamérica, o Asia… pero poco se sabe del voluntario humilde y silencioso que cada día, durante semanas, meses y años presta su tiempo, su saber, su compañía a personas que están en la calle, en desamparo o a niños y tantos otros que nuestra sociedad, igual que en lugares lejanos, deja al margen.

Nos deslumbra con enorme facilidad las subvenciones, las ayudas y las colectas que hacemos para los que se desplazan lejos con la finalidad de mejorar la vida de otras personas, valoramos enormemente  ese esfuerzo porque llama mucho la atención, pero creo que pasa inadvertido y apenas reparamos en el voluntario/a que día tras día hace su pequeña contribución de forma silenciosa.

Mi aplauso para los misioneros de aquí, a los que nadie ve y hacen mucho, a los que no deslumbran ni salen en los medios. Mi abrazo a esa labor humilde, callada y que llena tanto el corazón de quien recibe y, seguramente tanto o más del que da. Porque ellos hacen su misión aquí, entre nosotros. Porque saben que aquí también hay mucho por hacer, aquí también hay injusticia, pobreza e insolidaridad que los voluntarios llenan con el entusiasmo, la generosidad y la entrega de lo poco o mucho que tienen, y que seguramente es lo más valioso: su tiempo.

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