La sociedad de consumo nos enseña erróneamente que teniendo la última tecnología, el último móvil, casas perfectamente equipadas, somos más felices. Sin embargo, nada de eso nos da la felicidad.
Los mayores, con enorme sabiduría, sentencian que nada de lo que tengamos en este mundo nos lo vamos a llevar. Todo lo material se queda, únicamente usamos durante un tiempo un trozo de tierra, unos materiales, productos para alimentarnos, pero todo eso queda, lo único que permanece en nosotros es aquello que experimentamos, que sentimos, que vivimos, de ahí la idea de invertir en experiencias no en posesiones.
Algo que podamos comprar, tiene una vida limitada. Tarde o temprano se estropeará o se quedará obsoleto, por mucha garantía que tenga. Sin embargo, somos capaces de recordar una bonita experiencia de cuando éramos pequeños, un encuentro memorable con alguien, una fiesta, unas vacaciones. Por eso debemos invertir en experiencias como decía en el título… Existe por ahí, a modo de consejo, una serie de recomendaciones para la vida y que, según recuerdo de memoria, dicen algo así como:
– Baila como si nadie te viera.
– Ama como el primer día.
– Disfruta como si fuera el último.
Y vive, porque nadie tiene la potestad sobre tu vida, sólo tú. Así que invierte en experiencias, en una excursión, en un viaje, en un paseo y no en cosas materiales que se quedarán por el camino.