No sé si esa ley existe, tal como proponía algún éxito editorial hace años, pero es evidente que hay personas a las que parece que les viene todo el éxito o todas las desgracias, ¿por qué ocurre esto?

No hablaría de ley de la atracción, sino de la ley de la actitud. Depende de nuestra actitud que las cosas marchen mejor o peor. Nuestra vida puede ser un absoluto desastre, pero ese no es el problema. La cuestión es ¿como abordo ese desastre? Esta reflexión me viene a raíz de un comentario el otro día sobre unas personas que tenían dificultades y parece que cuando peor lo están pasando, más desgracias le caen encima. ¿las atraen? «parece que le viene todo encima» me decían «los pobres, les tocó la desgracia«.

Imaginemos que tenemos una mala racha, me dejo dormir, por eso llego tarde a trabajar, me echan una bronca, luego lo descargo en casa, insulto al vecino y me enfado hasta con el aire que respiro. Es lo normal ¡tengo un mal día! Pero,  ¿por qué ha de ser así? Imaginemos el caso contrario, me levanto de buen humor, sonrío por la calle, la gente es agradable, me saludan, todo me sale bien, me felicitan en el trabajo por lo simpático que soy. En ninguno de los dos casos hay una razón externa y objetiva que justifique mi buen o mal estado de ánimo. El único culpable de mi estado de ánimo y de mi actitud soy yo mismo.

Nadie atrae lo bueno o lo malo. No hay una confabulación de los astros para que me caiga una tormenta en forma de buena o mala suerte. Únicamente yo,  con mi forma de enfrentar lo que me pasa soy el que determino si está bien o mal. Pongamos el caso de una enfermedad o dolencia. Puedo pensar que no es nada, que pronto me voy a curar, que es una situación pasajera o, por el contrario, puedo estar continuamente pensando en ese dolor ¿si es algo malo? tengo que ir al médico… cada minuto que pasa me duele más… parece que esto va a peor… con ese pensamiento en la cabeza, mi estado de ánimo se desvanece: todo el día dándole vueltas a esa molestia, lo cual no ayuda a la curación.

Sí atraemos las cosas pero con nuestra actitud. A veces tengo un mal día. Lo identifico, lo veo, intento buscar una explicación y lo dejo marchar… de modo que cada vez son menos los malos días y ahora únicamente, cuento algunas horas malas. Pero no me agobio, no le doy más importancia de la que tiene, no le doy vueltas, lo veo, lo siento, intento ver el por qué y me olvido. No existe la mala suerte sobre las personas. A nadie le tocó la desgracia. Nuestra actitud es la que determina como es nuestra vida. Sólo es cuestión de cambiarla poco a poco, con entrenamiento…