A los carnavales voy… pero con mis colegas

Es un mensaje que nos llega desde distintos ámbitos y, como casi siempre, aceptamos la propuesta sin rechistar: el carnaval es para mi. Durante unos días no tengo novio ni novia, ni pareja que valga y, en el caso de estar inmerso en algún tipo de relación, durante unos días se le pone una pausa o se abre un paréntesis para hacer lo que me venga en gana (poder ser infiel). Parece ser que esa es la nueva definición de carnaval.
Es obvio que se trata de la fiesta de la carne, enraizada en una despedida alocada antes de empezar el tiempo de cuaresma, siguiendo esa directriz, parece que todo vale. Cada miembro de la pareja sale por su cuenta, tiene licencia para establecer relaciones esporádicas con otras personas sin dar explicación alguna. 

imageAsí surge la pregunta ¿si tengo una necesidad imperiosa de romper con mi pareja durante unos días, para que estoy con esa persona? ¿si necesito unos carnavales en solitario para que me hace falta luego tener pareja? En principio, ante una situación ingenua, graciosa, divertida… oculta quizá preguntas realmente profundas sobre nuestras relaciones básicas que nos obligan a plantearnos si estamos a gusto con quienes convivimos.

Hay quienes proponen que las parejas necesitan espacio, que cada cual esté con sus hobbies, con sus carnavales y con sus cosas. Sin embargo, no parece una pareja bien avenida aquella que sólo convive bajo el mismo techo, tiene derecho a roce, una familia en común y con unos carnavales en las que cada cual va por su cuenta. Quizá parezca una nimiedad, pero quizá si alguien está necesitado de excesivos espacios personales sin su pareja, llámese carnavales, fiestas, deportes, hobbies, amigos, aficiones… Quizá tendría que replantearse si realmente siguen amando a la persona con la que comparte su vida.

Por otro lado, hay estudios que relacionan el índice de rupturas sentimentales con el mayor tiempo de ocio en vacaciones. Es decir, durante los periodos laborales en los que apenas coinciden en casa, cada miembro está en sus quehaceres, todo va bien, pero desde el momento en el que hay una mayor convivencia, la relación se rompe. Por tanto, vuelven a surgir las preguntas: ¿Por qué estar con alguien con el/la que sólo soporto durante unos instantes cada día? ¿Si no soy capaz de convivir largos periodos con una persona, estoy realmente enamorado de ella? ¿Qué pasó con aquello de «quiero estar siempre contigo»?

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