Se trata de una frase que pronuncian mucho en este periodo en el que ya nos encontramos. Esa forma de “buenos deseos” me parece de lo más descafeinada que existe. Es como una felicitación “light”. Seguramente, con el deseo de no molestar o respetar cualquier creencia, le quitamos validez y sentido a las cosas. Más lógico sería decir: Feliz Navidad, Feliz entrada de año o felices reyes, según vayamos celebrando cosas. Sin embargo, utilizamos el genérico “Felices Fiestas” que a mi, no me dice nada. Es como si el día de tu cumpleaños te dijeran “Feliz” y quitaran el necesario “cumpleaños”
En nuestra forma de hablar va nuestra identidad y, da la impresión que estamos perdiéndola, quitando validez y dejando paso a lo superficial o que, en otro caso, se quiera desposeer a nuestra cultura de sus raíces. No entiendo qué hay de malo en la Navidad, en fin de año o en carnavales. No entiendo qué hay de malo en llamar a las cosas por su nombre. No veo a la familia reunida el día 24 o 25 deseándose felices fiestas, lo mismo que en fin de año.
Llamemos a las cosas por su nombre: a la Navidad, Navidad. Al fin de año, por su nombre, a los Carnavales o cualquier otra fiesta. Porque la tibieza, hace que perdamos la identidad y nuestras costumbres y raíces, dejando paso a una celebración sin ilusión, sin alegría y sin saber lo que estamos festejando. ¡Ah! por cierto: FELIZ NAVIDAD.