Creo que viene siendo tradicional que escriba en estos días mostrando mi repulsa por esta fiesta. En años anteriores, seguramente habré argumentado que es una fiesta ajena, importada que únicamente tiene fines comerciales, pero con cierta repercusión en nuestra sociedad. También habré escrito sobre otras tradiciones muy importantes que están desapareciendo dejando paso al jalogüen, tales como la fiesta de todos los santos o los difuntos. Será, como dicen algunos, que por estas islas somos muy carnavaleros y nos encanta un disfraz y por eso, no nos importa ponernos cualquier cosa para divertirnos un rato. Aun así, no le encuentro la gracia al terror.

Propongo siempre la positividad, la alegría o la felicidad, como constitutivo del ser humano y que es capaz de generar muchísima más energía positiva que cualquier otra situación.Sin embargo ya vemos como circulan por las redes sociales algunos videos de algunos dándose unos sustos impresionantes y yo, sigo sin encontrarle la gracia, me parece que no es positivo ni bueno para la persona. Es más, considero que las noticias de sucesos, corrupciones y negatividad que cada día nos ofrecen los informativos, no ayudan en nada a ser mejores personas, sino que incrementan la depresión y la tristeza.

Por eso, no importa que otras celebraciones, tales como día de la madre o el padre, san Valentín o Navidad, se hayan convertido en acontecimientos igualmente consumistas, porque sí tienen diferencia con el jalogüen y, es que no festejan el terror. Así que sigue sin gustarme esta fiesta y prefiero seguir promocionando otras fiestas tan nuestras como el vinote y las castañas, el pan por Dios en algunos pueblos del norte, los santitos y otras tantas tradiciones fantásticas de nuestra tierra.