No sé muy bien si es algo instintivo o que desde pequeños nos acostumbran a negar aquello que hacemos. Lo cierto es que cuando hacemos algo mal, lo más urgente es decir «yo no he sido». Así, de adultos, cada vez que comentemos un error, generalmente lo negamos o culpamos a otros. ¿Cuántas veces hemos dicho «es por tu culpa»? O simplemente responsabilizamos a otras personas de lo que nos sucede. Esta actitud, lógicamente, deja clara una falta de madurez y no contribuye en nada a crecer como personas ni a nuestro bienestar personal.
He comprobado personalmente que cuando un superior, un compañero o cualquier otro, te llama para pedir explicaciones de un error que has cometido o, dicho en otras palabras, «echarte la bronca». La discusión, el mal entendido o lo que sea, queda zanjado cuando amablemente decimos: «lo siento» o «perdón». Se acaba. No hay más. Mientras que si empezamos a responsabilizar a otros, a inventar excusas, lo único que se consigue es poner de mal humor a la otra persona, nos hace sentirnos peor, porque todo nuestro esfuerzo mental estará dedicado a buscar una salida a la situación.
Aceptar nuestros errores es la única manera de madurar: Hice algo mal, tengo que aprender de ello, pedir disculpas a quien molesté y seguir adelante, tratando de no volver a caer en la misma situación. La otra opción consistente en escurrir el bulto, buscar la manera de salir airoso, implicar o culpabilizar a otros, no sirve de nada. Es más, me parece que es negativo para nuestro bienestar. ¿Por qué? Sencillamente porque si frecuentemente actuamos así, nuestra vida se convierte en un mar de excusas y, al final, todo lo que nos sucede es por culpa de otros. Nos va mal porque alguien me hizo… Mi salud está mal porque lo heredé de mi familia, mi vida no me gusta, porque cuando pequeño me hicieron… Es que no consigo estar mejor, porque otros siempre me fastidian… y así indefinidamente. ¿cuántos de estos pensamientos no han circulado alguna vez por nuestra cabeza? Pues lo único que coinciden es desviarnos de nuestro crecimiento personal. Cuando te convenzas que «Eres el único responsable de tu vida, esta cambiará significativamente». Nada de lo que te pasa es culpa de otros. Aprender de los errores, nos permite avanzar y crecer, tomando las riendas de tu mundo y de tu vida. ¿Quién manda en ti? ¿Quién es responsable de tus errores o aciertos? ¿Vas a seguir negándolos o responsabilizando a otros?