Llegó Agosto, el mes de las vacaciones por excelencia. Medio mundo se para para descansar. En los organismos oficiales casi no hay atención al público, los servicios acortan su jornada y, por si fuera poco, las asistencias sanitarias también se reducen drásticamente. Es curioso ¡en vacaciones no enfermamos! o, como mínimo, enfermamos menos. Lógicamente, no vamos a desperdiciar nuestro periodo de descanso para ir al médico. La idea de “cerrado por vacaciones”, también se ha extendido a la actividad personal y parece que es obligado no hacer absolutamente nada en vacaciones, salvo aquellas cosas que dicta la moda: viajar o acudir a algún lugar de vacaciones, ponerse moreno y estar guapísimos/as.
No estoy de acuerdo con la idea del ocio total en vacaciones. Este periodo, como escuché hace tiempo, significan un cambio de actividad, pero no una desconexión absoluta. Las vacaciones me parecen un tiempo adecuada para hacer aquellas actividades que durante el año no podemos realizar, la lectura, el deporte, acciones de voluntariado, mejorar nuestro hogar y, lógicamente, si es posible viajar y disfrutar de más tiempo de ocio.
Todos los años,curiosamente, en septiembre se nos habla de depresión post vacacional, problema que viene dado fundamentalmente por el exceso de ocio durante las vacaciones. Si mantuviéramos un nivel de actividad adecuado durante el verano, es probable que notemos el cambio, pero no debería convertirse en una depresión. Por eso sería bueno “no cerrar por vacaciones”, sino más bien cambiar de «trabajo» y no dar exclusividad al no hacer absolutamente nada. Ya que la realización de actividades, cualesquiera que sea, genera mucho bienestar personal.