Whatsappaferrados

imagesA varios miembros de mi familia se les ha caducado el Whatsapp. La conocida aplicación da un periodo de uso gratuito, pero luego hay que pagar una cantidad cercana al euro por año para seguir utilizándola. Y hemos decidido no pagar ¿Por qué? Sencillamente porque hay otras aplicaciones que hacen lo mismo de forma gratuita. Lo curioso y, por eso esta reflexión, es la oposición e incomprensión con la que se han encontrado entre sus amigos y concisos “wasapeadores”: Pues no lo entiendo, “Si sólo es un euro”, “mira que eres tacaño”, “pues yo lo pagué…” “por un euro no me voy a quedar pobre”… Y así, muchísimos argumentos que dan a entender que no pagar por ese servicio es como estar loco.

Hoy mismo tuiteaba “cuando tus opiniones son iguales a las de la mayoría plantéate si estás en lo correcto”. Olvidémonos ahora de la aplicación de mensajería instantánea y trasladémonos a otro campo. Resulta que usted va al supermercado a comprar fresas. Allí se encuentra con dos estantes llenos del producto. Unas cuestan un euro y las otras son gratis. Intrigado, pregunta al encargado por qué ocurre eso. Y le contesta que son exactamente iguales, lo único que cambia es la marca. ¿Y que tal si le ponemos nombre? Una son de marca Whatsapp y las otras telegram o Line. ¿usted coge las de pagar? Es que todos mis amigos las pagan ¿seguro?
Con todo, lo más que llama la atención, es como nos aferramos a ciertas cosas. No somos capaces de cambiar a otras aplicaciones aunque hagan lo mismo por miedo a perder contactos, grupos… ¿por miedo? Sin duda, esto sí que es terrible, porque el miedo nos inmoviliza, nos impide avanzar, nos hace más vulnerables, nos atrapa. Otra cosa bien diferente es que mantengamos y paguemos la aplicación porque nos resulta necesaria por trabajo o por cualquier otra situación. Lo que resulta no es beneficioso es que nos aferremos a cosas por miedo al cambio. Seamos críticos: ¿Cuántos millones de euros al año ganarán sólo por crear una aplicación?
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