
La vida nos sorprende con multitud de momentos agradables y otros que no lo son tanto. Por eso, lo determinante, es la actitud con la que afrontamos estas situaciones. No puedo evitar sentirme mal o bien ante una determinada situación o noticia. Sin embargo, sí que puedo determinar es la actitud con la que afronto esa eventualidad. Puedo elegir el papel o rol que desarrollo ante lo que me ocurre. Generalmente en las películas hay dos. Hacer de víctima o de protagonista. Quien elige ser víctima, se pasa el tiempo lamentándose: “todo me ocurre a mi”, “que mala suerte”, “tengo la negra” y otras lindezas negativas que día tras día vamos vertiendo sobre nuestro estado de ánimo. Aparentemente, esas inofensivas frases no suponen nada. Pero sí que actúan sobre nuestro autoestima haciéndonos mucho daño.
Quien elige ser protagonista, tiene una visión positiva de la vida. Esta, no evita que nos sintamos mal o bien ante cualquier situación, lo que sí nos posibilita, es controlar la actitud frente a esos sentimientos. Es normal que ante una mala noticia, nos preocupemos, nos pongamos tristes… Pero luego, creo, debemos dialogar con esos sentimientos, intentando ver lo positivo que hay en ellos. De una mala experiencia sacamos un aprendizaje; de un libro, sabiduría; de una mala relación, aprendemos sobre las personas, y así, sucesivamente.
Elijamos el papel de protagonista en nuestra vida. No seamos víctimas de nuestras vicisitudes. Aprovechemos lo bueno que nos ofrece la vida y demos gracias por ello.